Extra 03.

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Jungkook apretó los labios, viendo la cruz frente a él. La tierra húmeda, recién removida para decirle adiós a lo que, para él, era su último omega. Un omega hembra, en este caso, la cual estaba embarazada.

Aún estaba fresco en su mente el recuerdo de como ella se veía, de como se sentía tenerla en brazos en su estado tan deteriorado, y aunque muchas veces se quiso alejar, ella simplemente insistía en estar a su lado. Quizás ella tenía más fé que él sobre lo suyo, que iba a poder aguantar ese cachorro, pero en verdad no era así.

—Parece que nunca vas a aprender que esta es nuestra realidad ahora —dijo Namjoon, parado a su lado. Como siempre, ahí estaba para recordarle lo miserable que eran sus vidas—. Y nada de lagrimitas de cocodrilo esta vez, porque todo esto es por tu culpa.

Harto, Jungkook apretó su puño y lo estampó en la mejilla de Namjoon, logrando que cayera al suelo. Ni siquiera le dio tiempo a incorporarse, echándosele encima para tomarlo violentamente de su camisa.

—¡¿Con qué cara me lo dices, ah?! —gruñó Jungkook, zamarreando a su hermano mayor—. Puede que yo tenga algo de culpa, ¡Pero no estoy solo en esto! ¡¿Quién nos condenó a ser esto?! ¡¿Quién?!

Furioso, Namjoon intentó devolverle el golpe, pero Jungkook lo detuvo. Y mientras forcejeaban, Hoseok solo veía la escena, a un lado, intentando no meterse. Era lo que solía hacer cuando peleaban.

—¡Lo hice porque fuiste un bastardo! ¿Tengo que recordarte lo que le hiciste a nuestros padres? ¡Te lo merecías! —exclamó Namjoon, intentando empujar a Jungkook para írsele encima.

—¡Ya cállense los dos! —exclamó Hoseok, y se apuró a empujarlos, separándolos al fin—. Si alguien tiene la culpa en todo esto, ¡son ustedes dos! ¡¿Qué no lo ven?! —miró a Jungkook—. Lo que hiciste no tiene perdón, pero lo hecho, hecho está y ahora no me queda de otra que fingir que nada ha pasado. Ya vete haciendo la idea de que no puedes tener un omega y menos un estúpido cachorro, ¡ya madura! —ahora observó a Namjoon—. Y tú... tú nos condenaste a esta vida, y no solo eso, ¡sino que me vendiste! —volvió a empujarlo, evitando que se levantara—. Si tan solo te hubieras quedado en el odio personal, cada uno se hubiese ido por su cuenta, pero no, tengo que estar aquí encerrado con ustedes, ¡que no son más que un par de hijos de puta!

Su pecho subía y bajaba por la adrenalina del momento, por lo harto que estaba de eso. ¿Cuánto iba a durar ese sufrimiento y por qué tenía que pagar por los pecados de sus hermanos mayores? El llanto se atoraba una vez más en su garganta, ¿y para qué? Llorar no iba a servirle de nada, solo iba a desahogarlo un momento... solo un momento.

Los tres estaban en silencio, solo sus respiraciones se escuchaban.

Y sin decir nada más, Hoseok simplemente dio media vuelta y se fue a paso rápido, dejándolos atrás. Por su parte, Namjoon aún no sacaba su mirada de Jungkook, mientras limpiaba con el dorso de su mano la sangre que caía de su labio roto, mas este solo lo ignoraba.

Se levantó, en silencio, y decidió irse también. No tenía a donde. Probablemente a su casa, a emborracharse de nuevo con lo que sea que tuviera a mano.

Jungkook se quedó recostado en el suave césped, mirando el cielo nublado. ¿Ni siquiera en un día como ese iba a tener un poco de paz? Acababa de perder a su omega, pero a nadie parecía importarle más que a él.

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—¡Damelooo! —chilló el pequeño de cabellos blancos, con su vocecita finita, digna de un niño de 4 años—. ¡Mío!

Jimin estaba harto... Harto de los otros niños que siempre lo molestaban en la manada.

Con su inocencia, poco se daba cuenta de lo único y especial que era. Su cabello blanco resaltaba por sobre todas las cabezas. Las puntas de su cabello se rizaban y sus ojazos grises eran únicos. Para sus padres, mantenerlo tranquilo y lejos de los ojos curiosos de las otras familias era difícil, más cuando era un pequeño tan curioso y juguetón.

presa fácil  ᡴꪫ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora