3 & 4

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Contendido adulto, les recuerdo. Un poco de drama en el relato 3.

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3. Poner una mano sobre su boca.

La última vez había sido un error, algo para evitar razonar con seriedad y sólo señalar excusas.

Las dos veces anteriores a esa también habían sido errores, pretendiendo ambos que no había nada que discutir luego de los besos en el pecho de ella, las caricias quemando la piel del otro, y despertar con una pierna de él enredada en las suyas.

Un año después los errores se habían reducido a cero, principalmente porque habían esquivado con maestría el simple hecho de compartir el mismo metro cuadrado de espacio sin la presencia de alguien más... Si Shikamaru y Temari se encontraban lado a lado era porque habían procurado —sin decirlo en voz alta, sin siquiera admitírselo a ellos mismos— que estarían también ya fuese con uno o más Kages en sensibles reuniones, o con varios shinobi esperando por órdenes. O, mejor aún, rodeados de cien personas en un banquete al que habían sido invitados para promover la fraternización entre naciones.

Era un fastidioso juego, tratar de salvaguardar su todavía existente amistad y no cambiar o arruinar la categoría que por años llevaban de aliados incondicionales. Y como siempre lo hacía, Shikamaru simplemente siguió adelante, sin preocuparse por los medios y esperanzado de que nadie se diese cuenta de que su consumo de nicotina aumentaba luego de interactuar con ella como poco saludable método para aliviar el estresante zumbido que quedaba en sus orejas, ni las escuetas respuestas que daba con la finalidad de que todos se quitaran de encima de él.

No obstante, pareció que Temari quiso arruinarlo todo. De nuevo.

Fue en un opulento banquete cerca de Kumo en una de las propiedades del Daimyo, con vestidos de cóctel y música suave en vivo. Shikamaru realmente no había querido ir, vestido elegantemente de absoluto negro, pero había un futuro tren que construir y aliados económicos que asegurar.

No haber ido, sin embargo, lo habría salvado de un par de ojos verde-azulados enojados y que pronto, en apenas diez minutos de asistencia y como para humillar sus habilidades de ninja, se vio adentro con ella en el diminuto cuarto que servía de closet rodeado de pesados abrigos.

—¿Cómo te atreves, Nara? ¿En serio? Ese es el peor acuerdo comercial que podrían intentar hacer. La sola idea de que lo estén considerando es terrible. Podría ofender seriamente a los más ancianos del Consejo de Suna.

Abruptamente, ella detuvo su regaño, muy probablemente consciente de que prácticamente lo había arrastrado hasta ese closet.

Al menos era cálido allí dentro, y a Shikamaru no se le pasó por la cabeza si acaso ella no tenía escalofríos con su vestido de tiras y favorecedor escote, afuera la noche siendo considerablemente fría para el gusto de ambos.

—Así que escuchaste —prosiguió él con una leve mueca en sus labios, no por completo preocupado por temas políticos o económicos; en él justo ahora el incesante zumbido de información, no por cuántos ancianos se molestarían por las decisiones tomadas por el Hokage y él, sino porque la regla de compartir el mismo espacio con Temari sólo si se hallaba la presencia de alguien más acaba de romperse.

Y, justo ahí, Shikamaru se percató en su vestido y en las líneas de sus senos, y por fin se preguntó si hasta ese momento Temari había sentido frío.

Los errores volverían a sumar uno si él se quedaba sólo un momento más ahí.

Aun así, Shikamaru no se movió, extremadamente atento al silencio en que se había quedado Temari y sintiendo la necesidad de pasar saliva. Le fue más evidente escuchar a su propio corazón golpear duro y constante en su pecho.

Spicy | ShikaTemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora