¿Kendall en Hamburgo?

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-Tú necesitas mi ayuda.- Pregunté algo sorprendido, había dicho "Tengo que pedir de tu ayuda" y Gustav nunca pedía ayuda, menos de mí.

-Si, eso.- Se acomodó en una silla. -Tú sabes más sobre las chicas.- Soltó algo tímido.

Me acerqué rápidamente a el acomodandome en un sofá individual que había en algún lugar cerca de Gustav. -Continúa.- ordené.

-Hace unos meses, tal vez cuatro, conocí a una chica en una pastelería, ella me recomendó un pastel y a la semana después la volví a encontrar en el mismo lugar.- Asentí repetidas veces. -Ese día la invité a salir.- Dijo algo más tímido. -Por lo cual llevamos un tiempo saliendo, tal vez se le pueda llamar "citas".-

-Me llenas de orgullo.- Dije tomando mi camiseta en la parte del pecho. -Pero en que necesitas mi ayuda.- Pregunté.

-Ella es muy linda y...- hizo una pausa mientras pasaba una de sus manos por su nuca -Creo que me enamoré de ella.- Soltó de una vez.

Salté a abrazarlo mientras fingía llanto, Gustav era el más virgen de la casa. -Gustav, no sabes cuánto esperé este momento.- Lo abracé. -Quieres que te ayude a conquistarla o a pedirle que sea tu novia.- Pregunté ya alejándome de él.

-No estoy seguro de que ella sienta lo mismo.- Bajó la cabeza. -Tal vez conquistarla es la mejor opción.- Volvió a levantar la cabeza como todo un hombre.

-Bien, te ayudaré.- Recordé algo, yo también estaba conquistando a alguien, y no me está llendo bien. -No puedo ayudarte amigo mío.- Pusé mis manos en sus hombros.

-¿Qué? ¿Por qué?- Preguntó exaltado.

Decidí contarle todo, Tokio Hotel era una familia, Georg y Gustav eran como mis hermanos al igual que Bill. Terminé de contarle todo y se echó a reír, no aguanté la humillación y bajé a la planta baja de la casa a comer algo.

(Kylie)

Estábamos Emma y yo en clase de física, la clase paso bastante rápido, tal vez porque la maestra Miller es de las más divertidas de la institución.

Salimos a un corto receso después de la clase, Emma y yo caminábamos por los pasillos hablando sobre moda y cosas similares cuando ví pasar a alguien muy familiar, alto y de cabellos castaños.

Este se dirigía a la oficina del director de la universidad con calma, no le presté más atención y seguí conversando con Emma, minutos después tocó el timbre para entrar a la siguiente clase, caminábamos con poca prisa al salón cuando en una esquina choqué con aquel chico de antes.

-Mierda, lo siento no me fi.- Pausó su oración al verme. -Kylie.- Soltó algo sorprendido.

-Román.- Dije mientras elevaba la mirada hasta su rostro.

-¿Como estás?- Preguntó mientras besaba mi mejilla.

-Después de aquel choque sigo bien.- Respondí, a lo que el rió. -¿Como estás tú?- Pregunté de vuelta.

-Después de aquel choque sigo bien.- Respondió con una sonrisa.

-Me alegro.- Sonreí. -Bien, .e tengo que ir.- Me acerqué hasta besar su mejilla, giré sobre mis talones y nos fuimos en dirección al salón.

-Si sabes que existo, verdad.- Dijo Emma quién caminaba junto a mí.

-Lo siento Emma.- Tuve una conversación con alguien sin prestarle atención a Emma, quien estaba entre Román y yo.

Cuando estábamos más lejos de Román ir inercia me giré para verlo, el me estaba viendo, movió la mano en forma de despedida e imité su acción, y está vez si me gire con la vista fija en mi salón.

You Won The Bet - Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora