Capítulo 1

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El cielo brillaba en tonos naranjas, el sol pronto dejaria de iluminar el prado, la suave brisa revuelve la hierba y mi cabello

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El cielo brillaba en tonos naranjas, el sol pronto dejaria de iluminar el prado, la suave brisa revuelve la hierba y mi cabello. La luna ya estaba subiendo, lo que significa que la noche sería larga, sentía mis músculos adoloridos y tenía la sensación de que mis huesos podrían romperse en cualquier momento.

La voz de Remus a mi lado me sacó de mis pensamientos—¿Snape ya te entregó tu medicina? —, no me mira, solo está viendo una flor silvestre amarilla. Su cabello es largo, lo que hace que apenas pueda distinguir sus facciones. A pesar de eso, sigue delgado; sin embargo, desde que se unió a los soldados, ha comenzado a desarrollar masa muscular.

—¿Puedo morir? —El río, jamás entenderá el dolor que sentía.

Pasaba horas con ella en su forma animaga, que era un lobo y cuando los primeros rayos de sol iluminaban el cielo, él se encargaba de llevarla a la enfermería.

—No es tan fácil. Eres la favorita de Greyback.

Acomodé mi cabello en una media coleta y me senté cruzando las piernas. —Ella va a matarme si descubre que estamos aquí, hoy en especial.

Volví a escuchar sus carcajadas pero entonces fue reemplazados por gritos, y todo cambió, ya no me encontraba en el prado sentada, me encontraba de repente en medio de la oscuridad y el cuerpo de Remus agonizaba en mis brazos, nunca deja de mirarme, sus ojos color miel me miran y sonríen, siempre está sonriendo, incluso cuando sus dientes están manchados de sangre y su pecho está abierto en un tajo generado por un hechizo que ninguno conoce. —Perdoname

Todo se desvanece, abro mis ojos solo para ver que ya no estaba en medio del agua, en su lugar estaba en un cuarto, en un intento de moverme siento una punzada de dolor que provocó que gimiera.

La habitación no es muy grande, cabe un cama y un armario, las paredes eran beige y las ventanas están abiertas pero las capas de protecciones son tan gruesas que estoy segura de que si las tocara se sentiría como enterrar tu mano en puss.

Ya no llevo puesto mi uniforme de pelea y mis dedos volvieron a su estado natural, ya no son las garras que suelo usar. Ahora llevo puesto un horrible pijama color marrón. Habiendo tantos colores hermosos me tocó el marrón.

No sé donde puedo estar, pero no es una cárcel del Ministerio. Busco mi varita pero como mi uniforme también desapareció. Cierro los ojos, no puedo perder los estribos, entonces cierro mi mente. Es difícil que un mago entre a mi mente ya siendo mujer lobo, pero no está demás volver a levantar muros.

Camino en pasos lentos hasta pararme frente a un espejo, levanto la blusa revelando un enorme corte cosido en mi abdomen. Maldito Potter, fue él quien me lanzó esa estúpida lanza de plata.

Mi cabello ya no es color gris por las cenizas, volvió a ser marrón brillante y yo no parezco una momia, mi piel tiene color natural, no estoy color palida por la falta de sangre como me veía cuando me encontré a la orilla de la laguna.

Unos pasos acercándose despertaron completamente mi instinto, mis oídos se agudizaron, sintiendo cómo un corazón latía de manera acelerada y los pasos son de una mujer que se detienen frente a la puerta.

Busco algo con lo que defenderme, no sería propicio que transformase mis manos en garras porque solo me cansaría. Pero casi puedo sentir al lobo pidiendo salir, arañando las paredes con impaciencia.

Lo único que me detiene es que la esencia de su magia huele a lirios.

Una esencia que reconocería a millones de kilómetros.

Al no encontrar nada, simplemente me mantengo alerta. La puerta se abre y entra.

Su cabello es de un rojo brillante, lo que confirma mi teoría, relajo mi cuerpo esperando que ella cierre la puerta. —¿Qué es este lugar, Evans?

Ella se congela, no mueve un solo músculo, lo que me parece extraño porque nos conocemos desde que usamos pañales, se da la vuelta y entonces entiendo que algo está mal.

Terriblemente mal.

La chica frente a mi no es Lily Evans, no es la que yo conozco.

—¿Qué rayos eres tú? —mi voz sale casi como un gruñido.

Podría arrancarle el cuello a esta impostora.

—¿Me conoces? —Ella lleva una bandeja con comida, un sandwich de jamón para ser precisa. Es su esencia, es imposible que no sea ella, pero no entiendo.

—¿Dónde estoy? —Me mantengo alejada, ella deja la bandeja en la mesa de luz al lado de la puerta, que apenas noté. Comienzo a sentir como las garras empiezan a salir, destruyendo la piel de mis dedos junto con mis colmillos que amenazan a cortarme la lengua.

—No tengo idea de dónde me conoces, pero quiero que sepas que no vamos a hacerte daño. —Ella también deja su varita y me mira. —Me llamaron a media noche, diciendo que apareciste en medio de la sala, sangrando.

Ella tiene miedo, puedo sentir su corazón latiendo a una velocidad extraña y su sangre como un torrente de agua por sus venas, pero ella tiene una expresión tranquila, sus ojos de intenso color verde me examinan de arriba a abajo. —¿Cómo te llamas?

Dudo un momento, ella parece una versión de una Lily Evans que jamás pasó por una guerra. —Jael Howe.

—Bueno, Jael Howe. Me encantaría que me comentes cómo llegaste aquí, tienes suerte de que sea medibruja o podrías haber muerto desangrada.

Entonces mi lobo interior decide que puede confiar en ella. Mi cuerpo se relaja y las garras vuelven a su lugar, dejando una leve línea rosa en las puntas de mis dedos. —¿Dónde estamos?

La chica pelirroja me miró, su expresión levemente irritada. —Londres. Muggle.

Sabía que solo una persona la ayudaría. Solo una vidente podría determinar que hacia allí.

—Tengo la teoría de que cuando caí a la laguna de los deseos, realicé un viaje entre universos y solo conozco a una persona que puede saber qué hacer.

Desde pequeñas, Lily habia sido la mas prudente, por ello era medico, aun recuerda cuando su amiga perdio un ojo y tuvo que comenzar a usar de por vida un horrible parche negro en su ojo izquierdo y una cicatriz cruzaba su rostro por culpa de Marlene Mckinnon, una auror muy cruel. Su amiga estaba devastada, por mucho tiempo no salió de su habitación, hasta que con ayuda de Regulus, su novio y Remus lograron convencerla que lo que importaba era lo que había en su interior, no como se veía. Desde entonces ella se había vuelto feroz y nunca dudaba de sus palabras ni la de sus amigos.

Esta Lily no había perdido un ojo y no se veía feroz, ella parece dulce y amable, pero al parecer el estar en un universo contrario no impide que la confianza nazca de la nada.

—¿Quién?

—Pandora Rosier

—Pandora Rosier

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