2. Caída del cielo

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Habían pasado dos años de aquellos días, dos años llenos de tragedias para el reino de Xianle, una guerra y una pandemia totalmente devastadora.

Ambos habían estado algo distanciados, sin embargo, aún se encontraban durante las noches, algunas veces hablaban y compartían besos y pequeñas caricias, cosa que no podían hacer durante el día, otra veces solo lo hacían para pasar un momento el uno con el otro, pero desde que la guerra empezó y ambos debían defender el reino en el campo de batalla y ayudar a Xie Lian a rescatar lo que quedaba de Xianle y su gente todo era simplemente demasiado estresante y solían discutir incluso más de lo que lo hacían antes de que Feng Xin confesara su amor a Mu Qing hace tres años.

Para Feng Xin aquello había sido un golpe duro, no quería discutir con él, no después de todo lo que habían pasado pero actualmente todo era demasiado para ellos, y le dolía ver como Mu Qing y él había retrocedido tanto.

Él solo quería ser feliz a su lado. ¿Por qué tenía que ser tan difícil?

Feng Xin siempre observaba a Mu Qing a lo lejos, cuando ayudaba a curar las heridas de los demás soldados, cuando buscaba cualquier indicio de la enfermedad del rostro humano en sus compañeros e incluso en medio del campo de batalla y siempre estaba atento de que Mu Qing no saliera muy herido, quizás eso no era necesario pues el pelinegro era extremadamente ágil y fuerte en batalla, pero no podía evitar preocuparse.

¿Cómo no lo haría? Si lo amaba tanto que daría su vida por él.

Los pocos momentos de tranquilidad que tenían como soldados solían ser en la noche, los campamentos que tenían de hacer en medio del campo no eran lo más cómodo pero era lo único que podían permitirse para descansar en medio de una guerra.

Y esta noche era especialmente fría, la mayoría de sus compañeros estarían descansando, pero en su lugar, alcanzo a ver a Mu Qing ir hacia un río cercano al campamento, su uniforme estaba lleno de tierra y sangre seca al igual que su rostro y sus armas, ese día su división había llegado de una fuerte batalla que dejó muchas bajas, y el alivio de ver que Mu Qing no había sido una de ellas no tenía comparación.

—¿Estás bien? ¿Tienes alguna herida?

Mu Qing ya se había percatado de que Feng Xin lo había estado siguiendo incluso antes de que llegarán al río, pero no lo había mirado directamente en ningún momento.

—No, de todos modos, esta sangre no es mía. —Entonces Mu Qing lavo su espada en el agua del río y empezó a quitarse su armadura para lavarla también, aún sin ver a Feng Xin a la cara.

Feng Xin tomo una de las piezas de la armadura del pelinegro y se arrodilló en la orilla para ayudar a limpiar. No quería ser una molestia ni menos incomodar, pero aun cuando sabía que Mu Qing no lo quería a su lado en este momento, él queria estar ahí para él. No pedía que sus sentimientos fueran correspondidos, solo quería quedarse a su lado y saber que Mu Qing estaría bien.

—Mu Qing.— Por primera vez el pelinegro miró a Feng Xin directamente —Lo siento, sé que ya debes estar cansado de mí, pero... No puedo dejar de amarte ¿Puedo quedarme a tu lado?.

Mu Qing miró a los ojos al hombre a su lado sintiendo su corazón oprimirse en su pecho.

¿Por qué se disculpaba? Si él no había echo nada malo.

El pelinegro de acercó al contrario y le dejo un beso en su mejilla. —Ya quisiera poder cansarme de ti. Todo sería más fácil si aún te odiara, pero hiciste que me enamore de ti y ahora todo es tan difícil. Nunca se si un día llegarás en la lista de bajas o enfermes, solo haces que me preocupe, odio eso. —Dijo Mu Qing en un tono casi de broma, pero hablaba totalmente en serio.

Feng Xin supo que Mu Qing estaba siendo totalmente honesto, él no era del tipo que le diría sus sentimientos a cualquiera, quien conociera minimamente a Mu Qing sabría lo frío, evasivo, reservado y grosero que suele ser, entonces Feng Xin supó que él sí significaba algo para el pelinegro, porque ni en ochocientos años Mu Qing sería tan honesto y sensible con una persona que no le importará.

—Entonces estamos en la misma página. ¿Te puedo hacer una pregunta? —Mu Qing solo hizo un pequeño sonido de afirmación—¿Has pensado que harás cuando esto termine?

El menor pensó un poco su respuesta regresando su mirada al río— Quisiera... Volver a casa de mi mamá, no la veo desde que empezó la guerra, quiero ir a cuidar de ella y asegurarme de que está bien. También me gustaría mudarme, quizás irme a un lugar alejado y tranquilo donde pueda cultivar y cuidar de ella.

—Espero que puedas cumplir con ello.

—¿Tú que quieres hacer cuando termine la guerra?

—Quiero estar contigo.

Hacía mucho tiempo Feng Xin no apreciaba el rostro sonrojado de Mu Qing. Y hacía mucho Mu Qing no sentía su corazón acelerarse de esa forma.

—Estamos siendo muy optimistas, ni siquiera sabemos si para cuando la guerra termine seguiremos con vida.

Mu Qing escuchó como Feng Xin sorbió su nariz y volteo de nuevo para mirarlo, sus ojos estaban húmedos, pero sin llegar a derramar una lágrima y con su mirada en el río.

Entonces el pelinegro se alarmó al verlo en ese estado. —¡¿Eh?! ¿Qué pasa? ¡No se te ocurra llorar en este momento!

—O quizás nos espera un buen futuro y si así es, solo quiero estar contigo. Mu Qing, si todo sale bien ¿Te casarías conmigo?

Mu Qing incluso dejo de respirar ante las palabras de Feng Xin.

Ese hombre seria su perdición. Ese amor solo lo dejaría en su ruina más profunda o lo llevaría directo al cielo.

—A dónde vayas, iré contigo.

Y entonces después de meses llenos de sangrientas batallas, Mu Qing había quedado solo en el campo después de su última batalla. Lo único que podía ver si levantaba la mirada eran los cuerpos de sus compañeros y de los soldados de Yong’An. Ya no quedaba nada más que eso, muerte y miseria.

Cuando Mu Qing supo de su camino había terminado ahí, se permitió llorar después de años.

No sabía dónde estaba Feng Xin, había sido enviado a una batalla donde al parecer toda la división fue asesinada, no sabía si Feng Xin era parte de las bajas o si habría logrado escapar, no pudo ver a su madre una vez más, no pudo irse a vivir lejos junto a ella y Feng Xin, no pudo casarse con él ni cumplir con su palabra.

Pero ya no quedaba nada.

Este era el final y su destino caería del cielo.

Y Mu Qing ascendió y al otro lado del reino, en otro campo de batalla después de una de las peleas más difíciles que había tenido.

Y al otro lado del reino, Feng Xin también lo hizo.

Una eternidad sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora