Todos tenemos un monstruo dentro de nosotros. Y todos somos responsables por lo que hace cuando lo dejamos fuera. Lo que sucedió esta noche, le cazara hasta el final de sus días.
Y estamos aquí para comprometer estas almas, para la profunda oscuridad.
¿Quién en su último aliento? Dio todo al mundo de los vivos. Que ellos sean recordados por siempre. Hasta que no haya más dolor. No más sufrimiento. Y el propio abismo, valore de su muerte. Y devolverlos a nosotros, su regala fuese. Las cosas que hemos hecho para sobrevivir. No nos definen.
Se suponía que esta misión fuese igual que cualquier otra, dentro de ella la duda nunca tenia lugar, sin embargo esa noche dudo. El objetivo parecía ser como cualquier otro, pero esta cacería prometía ser interesante. Un Dewis de sangre pura, los archivos no especificaban cual era su poder, pero al ser descendiente de una de las primeras familias su captura era de gran importancia.
Las horas pasaban con lentitud para Chyler, mientras sus ojos de un tono azul cielo brillaban con emoción. Tenso el arco, mirando fijamente el blanco, olvidando completamente lo que había a su alrededor, inhalo por su nariz, y exhalo por su boca, entreabriéndola y un viento fino hizo volar sus cabellos, dejando que su mano soltara la flecha y...
Sucedió lo imposible su objetivo giro su rostro hacia donde ella se encontraba y su mirada jade parecía estar retándola a liberar la flecha de su agarre. En el rostro del chico una sonrisa burlona aparecía. Desde donde se estaba era astronómicamente improbable que la hubiese visto. ¿Cierto?
-¿Chyler, por que demoras? -Inquirió una voz con impaciencia interrumpiendo el hilo de sus pensamientos. A través de auricular en su oído, Adrian.
-Tenemos compañía... -murmuro por lo bajo, asegurándose de no ser vista replegó su arco y lo guardo dentro de su estuche con mucho cuidado aquel objeto era su posesión mas preciada. -Maldición, regresa no debemos exponernos de no ser absolutamente necesario. -sentencio Adrian, su frustración era palpable en su vos. Esto les estaba tomando más tiempo de lo que habían esperado.
De pronto la cabeza de Chyler se sentía como si hubiese sido arrollada por un gran camión, cuando los recuerdos volvieron a ella de manera tan cruda. Sus piernas se tornaron débiles que no soportaron su peso haciéndola caer al suelo, la imagen del chico frente a ella cambio en un parpadeo justo en el momento que la oscuridad se la tragaba llevándola a la inconsciencia.
7 años antes, Seattle.
La adrenalina corría por su torrente sanguíneo combinada con el miedo y la desesperación, Chyler se arrepentía de haberse quedado hasta tarde ese día en la biblioteca, sin saber ella misma se estaba ofreciendo en charola de plata a un grupo de Chasseur, que le estaba cazando. Tan pronto como el auto se puso en marcha cayo en la emboscada. A pesar de los intentos del chofer por librarse de sus persecutores todo era en vano, en un intento desesperado el auto cruza una intersección a alta velocidad sin percatarse que el semáforo marcaba el alto, un camión de carga los impacta tomando como victima al conductor que muere en el instante, dejando a Chyler malherida y atrapada, su cinturón de seguridad esta trabado, sus manos tiemblan sin poder soltarle, las llamas comienzan a herirla, tose violentamente a causa del humo, a punto de perder la consciencia, cuando la puerta a su lado es abierta. Una luminosidad la ciega por uno instantes en la lejanía escucha a alguien llamarle, pero es incapaz de descifrar que es aquello que intenta decirle.
A penas logra enfocar y reconocer la silueta de un chico, quien intenta cortar con una navaja su cinturón liberándola a tiempo. Cargándola entre sus brazos la aleja del coche que esta en llamas. -Tranquila, estas a salvo. Te tengo. Nadie podrá herirte ahora... -murmuro el chico sonriéndole con confianza.
ESTÁS LEYENDO
Profecías de Medialuna
Teen FictionEn 1770 en la Glasgow colonial. Doce familias con un poder incalculable formaron un pacto de silencio. Una familia, por lujuria, fue desterrada. Y su línea de sangre condenada a desaparecer sin dejar rastro. Hasta ahora... Son los herederos de un le...