MUCHO MÁS GRAVE

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Ella  extravió la vida.
Eso viene a ser
mucho más grave que si hubiese muerto.

Si hubiese muerto
la hubiera recordado
con la paz de los mármoles.

Si hubiese desaparecido
la hubiera recordado
con la esperanza de las incertidumbres.

Pero extravió la vida
y hoy después de tantos años
sigo buscándola.

No es fácil extraviar la vida.
No es fácil ni común ni justo.

La vida es un niño
que siempre dice sí.

La muerte es un viejo
que siempre dice no.

La vida en su propio juego
no sabe perder.

La muerte en su juego ajeno
no sabe ganar.

Por eso es más grave
extraviar la vida
que si hubiese muerto.

La vida es un anhelo
metido en lo real.

Ella extravió la vida.
Y hoy,
cuando un muchacho
se echa al mundo exasperado
o se acurruca en algún rincón
de la rutina casera,
sigue extraviada
y me condena a buscarla
sin saberlo,
o sí saberlo,
porque el recuerdo
que siempre resulta
incómodo y terco,
lo pone a mi lado
y me hace
preguntas innecesarias.

¿Qué lejos estará la vida?

Esta es la historia verdadera,
pero puede ser fantasía
(o podríamos pretenderlo).

Debemos buscar la vida
pero no debemos encontrarla
porque
eso no sería
extraviarla.

Érase una vez un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora