MELINA

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La conocí hace muchos años ya, siempre me costó hablar de ella.
Era del Cusco, hablaba quechua perfectamente, de vez en cuando me enseñaba palabras y frases. Descubrí que el quechua es un idioma dulce. Más dulce era ella.

Por cosas del destino nos separamos, nos evitábamos, nos fuimos olvidando. En mi teléfono se quedaron algunas fotos, y su contacto. También quiero creer que lo mismo en el de ella.

Después de un tiempo recibí un mensaje suyo, mejor dicho una despedida, estaba escrito en quechua.

En quechua todas las despedidas siempre implican un "volverse a encontrar".

La despedida que envío fue la más profunda de todas, rezaba así:

"Kawsayta hamuy rikurisun"
( Nos vemos en la próxima vida).

Para ella esté dónde esté.

En las calles de Cusco, entre luces y sombras,
se forjó un amor profundo, como joya entre rocas.
Dos almas se encontraron en la tierra de los Incas,
un vínculo tan intenso, como el abrazo de montañas.

Pero en el abismo de la vida, el dolor se hizo presente,
y el amor que florecía, se tornó en sufrimiento latente.
El suicidio, sombra oscura, rondó con su frío aliento,
como un fantasma implacable, un último lamento.

En el corazón de la ciudad, un drama silencioso se tejía,
dos amantes desgarrados por la tristeza que sentían.
El Cusco, testigo mudo, de esta trágica historia de amor,
donde la desesperación venció al resplandor.

Oh, Cusco, con tus calles empedradas y tu historia profunda,
fuiste el escenario de un amor que encontró su tumba.
En tu belleza eterna, en tus montañas tan altas,
se escribió una poesía triste, entre amores y faltas.

Que esta historia nos recuerde la fragilidad de la existencia,
que el amor y la esperanza sean siempre nuestra resistencia.
En Cusco, entre luces y sombras, un cuento se tejió,
de amor, suicidio y dolor, una trágica historia que recordaré yo.

Érase una vez un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora