UN AMOR CIEGO Y MUDO

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En un silente abrazo se encontraron,
un ciego y una sorda, unidos por amor.
Sus miradas ausentes, como luceros apagados,
resplandecían juntos en su propio interior.

El ciego, con sus manos, leía sus secretos,
en cada gesto, en cada dulce soplo.
La sorda, con sus labios, susurros le confesaba,
una melodía muda, que solo ellos entendían.

Eran dos almas heridas, destinos entrelazados,
que encontraron en su mutua imperfección,
la perfección misma, en un amor ciego y sordo,
donde las palabras sobran, y el corazón habla con pasión.

En cada amanecer, el ciego veía su sonrisa brillar,
mientras que la sorda oía la dulzura en su voz.
Juntos, sin barreras, se amaban sin anclajes,
entendiendo que el amor verdadero no necesita de una luz.

La oscuridad y el silencio se hicieron su manto,
y en ese mundo a solas encontraron la libertad.
Sus debilidades se volvieron fortalezas,
entre un ciego y una sorda, nació la eternidad.

Como metáforas vivientes, en su amor se enredaron,
dos almas complementarias, que se entendían sin hablar.
Bordes invisibles, líneas sin voz,
en su amor ciego y sordo, encontraron el amanecer.

Que el destino los guíe siempre en su camino,
que el amor ciego y sordo los haga volar.
Y dejando atrás las carencias que los marcaron,
juntos, serán un faro que nunca dejará de brillar.

Érase una vez un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora