Capítulo 2

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En la oscuridad de la noche, Rachel, una adolescente de 15 años, corre a través de un campo abierto, desesperada por escapar de aquellos hombres. Su respiración entrecortada y su corazón palpitante eran la única banda sonora de la persecución. El sonido de sus gritos y amenazas llena el aire, mientras Rachel se esfuerza por mantener el ritmo y el miedo a raya.

La adolescente se adentra en un espeso bosque, sin hacer caso a las ramas que le golpean el rostro y las espinas que se clavan en su piel. Sabe que cada segundo cuenta para su supervivencia.

Finalmente, Rachel encuentra una antigua granja abandonada en medio del bosque. Con la esperanza de encontrar un escondite seguro, se acerca cautelosamente a la entrada.

Empuja la puerta oxidada y logra entrar sin ser vista. El lugar está lleno de polvo y telarañas, y su aspecto desolado la hace sentir aún más vulnerable. Con un último impulso de adrenalina, empuja la puerta de madera y entra, dejando a sus perseguidores atrás.

Una vez dentro, Rachel se apresura a cerrar la puerta y se coloca detrás de ella para evitar que la encuentren. Su corazón amenazaba con salirse del pecho, el sudor le recorre la frente mientras busca desesperadamente una ruta de escape.

Los secuestradores irrumpen en la granja, su voz furiosa y amenazante llena el aire. Registran cada rincón en busca de Rachel, pero no la encuentran de inmediato.

Rachel se muerde el labio, luchando contra el miedo que amenaza con dejarla paralizada. Mira a su alrededor en busca de una salida o una distracción.

Mientras busca dónde esconderse de aquellos hombres, escucha un suave quejido de dolor mezclados con débiles sollozos proveniente de un rincón oscuro de la granja. Con curiosidad y preocupación, se acerca sigilosamente a investigar.

Rachel encuentra a un joven asiático, aproximadamente de su misma edad, atado y amordazado en un rincón sucio. Sus ojos están llenos de miedo y desesperación.

Decidida a ayudar, Rachel se acerca y libera al joven de sus ataduras. Él le agradece en un susurro entrecortado y ella le hace señas para que permanezca en silencio mientras buscan una manera de escapar juntos.

La adolescente ve un viejo barril de gasolina y una mecha abandonada en el suelo. Actuando por instinto, Rachel agarra el barril y lo coloca frente a la puerta principal. Pero aquello no lograría detener a esos hombres malvados y sus sucios deseos.

- ¡La encontré camarada!.- grita uno de los hombres, tomando a Rachel del cabello. El joven asiático trato de ir a defenderla pero sus heridas no le permitieron llegar muy lejos, ademas la mirada suplicante de la adolescente lo detuvieron.

Rachel estaba dispuesta a sacrificar su vida, sin conocerlo. Aquello hizo sentir impotente al joven herido.

-¡No suéltame! ¡Te lo suplico suéltame! -gritaba llorando con terror y desesperación tratando de liberarse de su captor.- ¡Se lo suplico!

El hombre que la tenía sujeta de su cabello, suelta una carcajada, seguida por los demás hombres que empezaban a rodearla, para luego lanzarla sin compasión al suelo.

- ¿Dónde crees que vas vaquita de papá? - decía uno de ellos de forma burlesca, para tomarla de forma brusca de la mejilla.- Tú te divertirás con nosotros está noche, seremos tus primeros y los últimos hombres que conocerás, ya que con el cuerpo que te cargas nadie querrá tocarte algún día.

Y nuevamente las carcajadas resonaron en aquel viejo granero, mientras que la adolescente, negaba con la cabeza, derramando lágrimas de pánico por lo que esos hombres pensaban hacerle.

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