Sol naciente

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Estábamos en el bosque de detrás de la casa de mis abuelos. Estaba tirado de morros en el fango y Gabriel estaba atravesado encima de mí. Nos despertamos a la vez, y entonces, nos abrazamos. Teníamos la ropa empapada, y nuestras familias debían de estar preocupadas por nosotros. Entonces, por el camino, apareció un guardia forestal que gritaba:
- ¡Los he encontrado!
Entonces, se acercaron por el camino dos guardias más, que nos ayudaron a levantarnos mientras que nos decían que nuestras familias han estado muy preocupadas por nosotros. Nos llevaron en un todoterreno hasta casa, y allí nos reunimos con nuestras madres. La bronca que nos cayó fue la bronca del siglo. Nunca más se nos iba a volver a ocurrir dormirnos en un bosque en los días de nuestra vida.
El resto del verano transcurrió normalmente: estuvimos unos días en la cama porque nos habíamos acatarrado por quedar dormidos en el bosque, pero por el resto bien. Pero cuando volvimos a clase, la vida no nos fue también. Comenzábamos a tener nuestra propia sombra: teníamos problemas en casa, con los estudios, y con nuestros compañeros y profesores.
Pero un día, cuando volví a casa, me encontré una nota escrita en papel antiguo que decía con una caligrafía apurada:
Gracias por revivirme y alimentarme con vuestro miedo. Ha sido un placer llevaros a
la muerte.
Manuel Castro

¿Cuál es la lógica?

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