Barrera Semántica

7. Ataques

—Oh... —Terminé de leer la noticia en el monitor.

Esto... No es bueno para nada.

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Narrador omnisciente.

—Ojos, manos, boca, nariz. —Decía Sango señalando las partes que decía siendo observada con total atención por la castaña quien mantenia una expresión seria.

—O...jos, manos, boca... nawis.—Imitó las acciones y palabras de la exterminadora lo mas exactas que podía, teniendo un poco de dificultad con la pronunciación.

Poco después del amanecer del dia siguiente, la anciana Kaede fue solicitada en una aldea cercana, partiendo casi al instante después de comunicarselo al grupo recolector de fragmentos. Después de desayunar, Sango se propuso a enseñarle el idioma a la chica, intentando de esta forma romper un poco la barrera linguistica que los separaba.

—Perro. —Agregó Shippo señalando al medio demonio.

Al notar la sonrisa traviesa que el pequeño trataba de ocultar, la chica sintió que lo mejor era no repetirlo en voz alta. Acertando en su decision cuando casi al instante, las orejas del peli blanco dieron un tiron y, molestó, agarró al zorrito de la cola.

—Enano... —Inuyasha le gruñó a modo de advertencia.

"A Shippo le gusta mucho gastarle bromas a Inuyasha a pesar de que siempre termina con coscorrones." Pensó Sía, acostumbrada a la interacción de esos dos.

 Sango llamó su atención y continuaron con la lección basica, señalando ahora partes del cuerpo y algunos objetos dentro de la cabaña. 

La clase acabó al medio dia, estando el sol en el punto mas alto del cielo, teniendo en mente seguir luego con la clase despues de almorzar. Sin embargo, el grupo fue solicitado por un grupo de visitantes debido a ataques de youkai.

Sin poder dejar a la castaña sola, al grupo no le quedó otra opción que llevarla con ellos, si las cosas se ponian dificiles, la mantendrían a una distancia segura con Kirara como su protectora. Aun asi, por precaucion, Sango le entregó una daga, pensando que podría manejarla mucho mejor que el arco.

—La aldea esta localizada no muy lejos. —Comentó uno de los hombres que guiaba al equipo exterminador. —Los ataques son en su mayoria al caer la noche.

—¿Cuando comenzaron los ataques? —Preguntó Miroku, intentando conseguir un poco de informacion.

—Hace un par de semanas, todo era normal y de repente los ataques comenzaron una noche sin mas.

Al llegar, vieron con algo de sorpresa el escenario. Muchas de las cabañas estaban destrozadas casi en su totalidad, no habia cadaveres pero si personas heridas que eran tratadas por mujeres con expresiones preocupadas en sus rostros.

—Que desastre. —Comentó el zorrito comenzando a sudar frio.

"A pesar de lo mal que se ve... Tengo el pensamiento de que parece una escena de pelicula donde los brabucones destruyen casas como advertencia a las personas o cuando buscan algo". Pensó Sía viendo las bodegas de la aldea totalmente destrozadas con granos y semillas esparcidas por todos lados.

Al sentir varias miradas sobre ella, se acercó un poco mas a la exterminadora.

No sabía si era su vestimenta o quizá su rostro que se diferenciaba de los orientales el que provocaba ser el objetivo de la mirada de los curiosos, pero no podia evitar sentirse un poco incomoda.

La sangre abandonó su rostro al ver el rostro de Inuyasha endurecerse luego de que sus orejas hicieran ese tierno movimiento involuntario que tenia. No hizo falta entender lo que gritaba para entender que algo se acercaba.