5. Siesta en el prado

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Narrador omnisciente.

Luego de que la colegiala regresara a su época, el equipo buscador de fragmentos volvió a la aldea en silencio.

La anciana Kaede preguntó por lo ocurrido al no ver a la sacerdotisa del futuro y a la chica extranjera con su arco, enterándose que el pozo no la dejó pasar, dejándola atascada en este tiempo.

Ofreció su cabaña y el hacerse cargo de la chica, Sango y el monje Miroku querían pasar un momento a solas y el medio demonio se alejó con la excusa de que quería entrenar.

Solo el zorro demonio se quedó con ellas, distraído con sus colores y sus dibujos.

—Toma. —Le ofreció un cuenco con té. —Te quedarás aquí hasta que Kagome regrese. El mundo es muy peligroso para alguien que no tiene conocimiento sobre él...

Sin poder entender sus palabras, la chica solo asintió y aceptó la bebida.

**

A pesar de no entender el idioma, Sía no tuvo problemas en adaptarse a la situación de ese mundo que para ella se sentía como un cuento de fantasía con criaturas sobre naturales conviviendo con personas y humanos con habilidades físicas increíbles.

Aunque claro, su estómago aún no se acostumbraba a las impresiones de ver en primera persona a criaturas con cuernos, sapos humanoides e insectos gigantes.

Pero este era su mundo ahora, o por lo menos, lo era hasta tener la certeza de que es capaz de volver a su mundo aun sin haber logrado cruzar el portal del pozo de cadáveres.

Tal vez por esa razón la azabache le cedió su arco durante su ausencia.

Después de pasar la noche en la cabaña de la sacerdotisa del pueblo y que los primeros rayos del sol la despertaran miró a través de la puerta el paisaje, sosteniendo en su regazo el arma de Kagome y sin atreverse a salir por lo menos, hasta que alguno de los chicos hiciera acto de presencia ya que no conocía en nada el lugar.

Pero parecían estar ocupados, o simplemente se olvidaron de ella, o tal vez tenían pendientes que hacer.

No lo sabía, no había forma de saberlo.

"La barrera del idioma sí que es visible." Pensó la chica sintiéndose un poco desanimada. "Me siento peor que un niño que no entiende a un adulto cuando le trata de decir algo."

Fue la anciana Kaede al ver la mirada conflictiva de la chica, quien tomó una cesta de bambú e hizo señales con su mano para que la siguiera, despertando en el proceso al perezoso zorrito que roncaba cómodamente en una esquina.

Fueron al límite de la aldea, cerca del inicio del bosque, le indico a la chica algunas plantas para recolectar, intentando explicarle en el proceso que algunas eran para heridas, otras para dolor y algunas para añadir a la comida.

Los dibujos de Shippo eran de ayuda cuando la castaña no lograba comprender del todo.

—Pequeño Shippo, ¿Por qué no llevas a Sía a un lugar a entrenarse con el arco? —Una vez terminó de recolectar todo lo que necesitaba limpió sus ropas y se incorporó, la chica imitó su acción. —El prado que da al árbol de las edades es bastante amplio, si me encuentro con Inuyasha y los demás, les avisaré que ahí se dirigen.

—Está bien. —Aceptó el niño. —¡Vamos, Sía!

Se adelantó corriendo unos metros e hizo una señal con sus manos para que la chica se acercara.

"Está diciendo que lo siga, ¿Verdad?" Se cuestionó la chica.

Buscó con la mirada a la mujer de tercera edad, ella asintió e hizo un gesto para que fuera con él. Solo entonces se atrevió a seguir al pequeño.

Caminaron por unos minutos, pasando de largo la aldea hasta adentrarse un poco en el bosque, llegando a un claro donde en el centro se podía apreciar un árbol más grande que los demás, con algunas de sus raíces sobresaliendo del suelo de un lado, también tenía una marca de impacto en su tallo que le provocó curiosidad.

—El aire de aquí es muy limpio. —Murmuró, respirando profundamente.

—¡Sia! (¡--- ----!) —Escuchó al zorrito llamar su nombre.

Mientras ella se distraía con el paisaje y la pureza del aire del bosque, el pequeño niño junto un par de ramas lo suficientemente largas para que sobresalieran una vez se enterraran un poco en la tierra.

Ayudo al youkai a cavar 3 agujeros poco profundos aun sin entender el propósito, pero cuando terminaron y él pegó unas hojas con dibujos de blancos, supo que eran para practicar con el arco que le prestó Kagome.

—¡Auch! —Se quejó al intentar tensar el arco, sintiendo un pinchazo de dolor en su muñeca izquierda.

Observó como las vendas que lo cubrían tenían manchas de sangre.

No ha tenido mucho cuidado con esa herida... Y recordó entonces el cómo terminó aquí.

Por fin había salido de vacaciones en la preparatoria, aun así, estuvo los siguientes 6 días regresando al gimnasio de la escuela para la competición nacional. Dio lo mejor de ella y gracias a todos sus esfuerzos consiguió el primer lugar y pasar a la competencia internacional que se haría 4 meses después.

Antes de que las clases se reanudaran sus padres consiguieron permiso en sus trabajos y junto a su hermana menor emprendieron un viaje en carretera a un pueblo turístico al oeste del país. Fue mientras su padre conducía luego de 5 horas de viaje, que el sol se ocultaba, un mal presentimiento surgió en el corazón de la chica al ver dos autos en sentido contrario acaparando toda la vía.

Solo tuvo tiempo de ver la mirada asustada de su pequeña hermana antes de sentir un fuerte golpe, el auto de su familia dio varias vueltas, ocasionando heridas leves en su cuerpo y torciendo su muñeca.

Y, en un parpadeo, ese escenario se esfumó, encontrándose entonces cayendo de una gran altura antes de impactar contra un cuerpo de agua fría.

El sentir su cuerpo entumecido y el aire escapando de sus pulmones, llenándolos de agua en su lugar fue una horrible sensación que aun la atemoriza.

—¿Sia? (¿--- ----?) —El pequeño youkai vio como la chica hizo una mueca al intentar cargar su arco y se acercó a ella, notando la sangre en las vendas de su mano.

Cierto, esa herida aun no había sanado.

Vio a la chica dar un largo suspiro antes de caminar hacia el árbol de las edades, pasando sus dedos por las raíces que sobresalían de la tierra.

Encontró un lugar donde sentarse y buscó entre su ropa una goma para el cabello, sin éxito. Ya era mucho tiempo teniendo el cabello suelto y no estaba acostumbrada, terminó por utilizar un trozo del cordón de sus tenis que cortó con la punta de una de las flechas que traía con ella.

—Mmm... —Mirando al cielo, se preguntó si ella fue la única en parar en este mundo, si su familia estaba bien y su paradero si lograron llegar a este extraño lugar.

Shippo se acercó a ella, recostándose también con una ramita en su boca con los ojos cerrados.

Sía, al verlo imitó su acción cerrando los suyos, no tardó mucho en caer en un profundo sueño.

Donde aquella niña con la que se topó el día anterior resultó ser su hermana y juntas lograron encontrar a sus padres y volver de vuelta a su hogar.

Sin embargo, eso estaba muy lejos de la realidad.

—... —Una presencia, miraba a la chica con una expresión compleja, levantando una de sus manos.

Sin nadie que pudiera notarlo, el cuerpo de la chica fue absorbido por el gran árbol, frente a la presencia, que creó una esfera de energía sobre las manos de la castaña.

Acarició su mejilla, con una pizca de remordimiento en su ser.

—Esto te será de utilidad en el futuro, úsalo sabiamente.

Barrera SemánticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora