Beomgyu está enamorado de Soobin desde hace años.
Él intenta declararse una fría tarde de diciembre, pero se da cuenta que su amor nunca será correspondido. ¿Por qué?, porque a Soobin le gusta una chica llamada Heather.
Y ahora, él desahoga su pesar...
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Soobin estaba demasiado preocupado por su amigo, el no verlo en el campus después de aquella rara escena lo desconcertó, y su novia le había recomendado ir a verlo directamente a su apartamento y averiguar qué le ocurría.
Él le hacía caso a la chica en cualquier cosa.
Así que esa misma tarde fue al departamento de Beomgyu, el cual no quedaba muy lejos de la Universidad. No lograba imaginar qué cosa tan mala podía haberle pasado, nunca lo había visto tan decaído.
Tocó la puerta varias veces sin obtener respuesta, hasta que una voz ronca en demasía le contestó del otro lado.
– ¿Quién es? – preguntó.
– Soobin, ¿puede abrirme?, busco a Beom. – dijo confundido.
– Yo te contesté... – suspiró al abrir – ¿Quién pensaste que era?
– Ah... Lo siento, no reconocí tu voz. – rió levemente por su error – Te escuchas diferente...
– Lo tomaré como halago... Pasa. – se hizo a un lado, una vez que el rubio entró, volvió a cerrar.
La verdad era que su voz se volvía más ronca de lo normal cuando pasaba mucho tiempo llorando. Beomgyu había estado derramando lágrima tras lágrima desde que entró a su casa horas atrás, hacia poco rato que había parado.
– ¿Qué necesitas? – se sentaron en el gran sofá beige que el pelinegro poseía.
– Quería verte, Kai dijo que estabas mal... Y ahora viéndote con atención es cierto...
Su voz dolida, nariz enrojecida, sonrisa imperceptible y sus ojos rojos e hinchados, eran ahora la visión de Soobin en primer plano.
– Estoy bien, no importa. – respiró hondo.
– No estás bien, mírate, te ves tan... Cambiado. – intentó medir sus palabras – ¿Qué te pasó?, ¿alguien volvió a molestarte?
Soobin le preguntó aquello debido a que varios meses atrás lo había defendido. En su aula cursaban algunos chicos de mayor edad y lo molestaban y golpeaban constantemente. Él, como buen amigo, dio la cara por Beomgyu y el acoso paró, aunque aún tenía la preocupación latente de que pudiera volver a suceder.
Beomgyu bien habría podido usar esa excusa y así evitarse una escena sumamente incómoda, pero ya no quería mentir. Y además, le había dado cierta esperanza el hecho de que el mayor hubiera ido a buscarlo.
