Ahora que lo pienso, siempre he tenido una vida tranquila, tranquila y perfecta... tal vez sea eso lo que me hace sentir tan triste, porque nunca he tenido grandes desafíos, nunca he sido regañado, y mis padres siempre me apoyaban. Cuando estaban.
Mi padre es quien me cría desde que murió mi madre y quizás su sensatez y su tranquilidad sean el peor de sus dones, porque a la edad de dieciséis años la mayoría de los jóvenes son regañados por sus padres al llegar tarde a casa, cuando sus calificaciones bajan o cuando son sorprendidos peleando en la escuela. A veces quisiera que mi padre no fuera tan correcto, a veces quisiera que fuera un poco rabioso para saber qué se siente que te regañen al llegar tarde a casa, pero lamentablemente mi padre es todo lo contrario y pienso que tal vez sea por culpa de mi madre... ¿Por qué tenía que morirse y dejarme con papá? Ni siquiera tengo hermanos con los que pelear para ganarme un castigo. Aunque, si bien es cierto, no soy el más problemático de mi aula, cuando veo una oportunidad la aprovecho. Sin embargo, la verdad es que mi padre siempre llega al fondo del asunto y acaba dándose cuenta de que casi siempre, yo no soy el que causa el conflicto, es por eso que nunca me regaña.
Aún recuerdo las últimas palabras que dijo mamá en el hospital:
"Cuida de Esteban, haz que se convierta en alguien mejor de lo que tú eres y de lo que yo fui".
Estas palabras influyeron mucho en la forma de ser de mi padre. Antes de que mamá muriera el solía llegar tarde a casa, la mayoría de las veces ebrio, y aunque nunca fue una mala persona ni hizo algo indebido en esas circunstancias, no era el tipo de padre que se preocupaba por su hijo a punto de entrar a la adolescencia, no era del tipo de padre que se preocupaba por mi comportamiento escolar; la persona que se encargaba de eso era mamá.
Ya no sé qué debería hacer, y a pesar de que la mayoría de mis amigos (o mi único amigo, que es lo más fiel a la realidad) envidia el comportamiento de mi padre, al parecer yo soy el único que no se contenta.
Luis, mi mejor amigo, me ha dicho muchas veces que debería tratar de entender que mi vida no tiene ningún problema, y que debería disfrutarla mientras sea así, pero precisamente ese es el problema: no hay problemas, ya que no cruzamos ningún problema financiero, y el seguro de vida de mi madre pagó el departamento que aún debíamos pagar por alrededor de ocho años.
Siento que algo le falta a mi vida, siento que algo me falta, que necesito algo para ser feliz, y pienso que lo que necesito son problemas, por minúsculos que sean.
Luis siempre me dice que es muy raro que yo no me fije en nadie y hasta me ha preguntado si soy gay... pero la verdad es que creo que el fijarme en alguien sólo haría mi vida más perfecta.
Pero ese día, tras llegar a la casa de Luis, pensé que lo mejor sería dejar de pensar en esas cosas y sacarlo rápido de su casa, pues ya íbamos atrasados a clases.
No, el problema no era yo, que siempre despertaba un par de minutos antes de que sonara el despertador, sino Luis, cuyos hábitos biológicos no podía entender, porque no tenían sentido.
—¿Con que quince minutos, eh? —Lo miré, mientras abría los ojos y levantaba las palmas para quitarme la culpa -Lo Tú lo que quieres es matarme de sueño, eso es lo que quieres. —Dijo, mientras me invitaba a pasar.
—No seas dramático. Te acuestas a las nueve de la noche, duermes más de lo que deberías, y aún así despiertas tarde, solo si te hablan por teléfono.
—Sí, sí, échame la culpa, pero ambos sabemos que todo esto no es más que un atentando contra mí. —Me indicó con el dedo, mientras metía a su boca una tostada a medio comer, para luego morder casi la mitad de una manzana en las mismas condiciones y beber de un solo trago un vaso de jugo.
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Sentimientos perdidos
Teen FictionEl perdió sus sentimientos años atrás, ella los encontró. Esta es la historia de Esteban, un adolescente cuya relación con su padre es un desastre desde que su madre murió, y es también la historia de Sofía, una chica que, con tal de no preocupar a...