Problemas y condiciones

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Llegué a casa y me recosté sobre la cama. No podía ser, no, no podía ser que sintiera algo por ella. La duda me estaba impidiendo conciliar el sueño, así que llamé a Luis, pero cuando su madre contestó el teléfono, me di cuenta de que eran más de las 10: 30 P.M. así que desistí sin dejar ningún recado.

Cuando pasé a buscar a mi amigo al otro día, este notó en seguida que mis ojos estaban algo hundidos, por lo que fue él quien comenzó con el cuestionario.

—¿Y cómo te fue ayer en casa de Sofía?—preguntó, mientras echaba a su boca una tostada, con un gesto de indiferencia.

—Supongo que bien, ya conocía a sus padres, pero su casa me impresionó, era muy grande.

—Y no le dijiste nada sobre "eso".

—Bueno, la verdad, sí, ella me dijo que no tenía amigos porque todos sólo buscaban salir con ella y que era por eso que yo le gustaba, porque no me atraía y no quise ser su amigo.

—Y qué fue lo que TÚ dijiste— preguntó de nuevo, con un aire algo impaciente.

—Que sí me atrae de cierta forma, pero que es exactamente eso lo que me asusta de ser su amigo...

—Tu vida se volvería más perfecta, lo sé...— dijo mi amigo, poniendo en blanco sus ojos. — pero tú no lo entiendes, deberías tratar de darle una oportunidad, créeme, salir con alguien no es un lecho de rosas.

—Si tú lo dices debe ser verdad. —me puse de pie, para dirigirme a la puerta.

—¿Estás insinuando que soy una especie de experto en el tema? — sus ojos se entrecerraron, con un gesto de dolencia, luego se puso de pie y tomó el último sorbo de leche. — porque bueno, me siento alagado.

—Imbécil. —dije, sin lograr reprimir una sonrisa. —mejor nos vamos.

—Oye, se me olvidó preguntarte algo. —en ese momento había girado el pomo de la puerta, miré sobre mi hombro y pregunté ¿Qué era? —el beso que te dio Sofía, fue tu primer beso ¿no? —increíblemente, no había parado a plantearme esa pregunta, por lo que nuevamente intenté, sin éxito, reprimir una sonrisa de vergüenza, para luego gritar:

—¡Imbécil! —¿cómo había podido dejar pasar aquel detalle?, aún no lo entendía, pero cuando la idea perforó en mi cabeza, aquella extraña sensación volvió a mi pecho, pasándose esta vez a mi estómago.

Ya estábamos arriba del autobús, y mientras yo pensaba e intentaba entender que era eso que estaba sintiendo, mi amigo me habló de pie a mi lado (pues sólo yo alcancé asiento)

—Sabes, Esteban, creo que has reprimido tanto tiempo tus emociones; en especial las buenas, que ya no puedes darte cuenta de algo tan obvio.

—Pues, para mí no es tan obvio, y ahora necesito consejos de comportamiento en una cita. —dije, mientras desviaba mi cabeza, algo contrariado.

—¿La invitaste a salir? —preguntó mi amigo, sin poder cerrar la boca.

—No escuchaste el tono de mi voz, quería decir que a mi pesar tendré que aprender a...

—Ella te pidió que salieran, GUAU, nunca me esperé algo así de una chica como ella.

—Yo tampoco, pero resulta que su actitud es muy diferente cuando está con su familia.

—¡¿Y te lo pidió frente a su familia?!—los ojos de Luis se desorbitaron exageradamente.

—No precisamente. — le expliqué como fue que ella me obligó a que fuéramos al cine frente a su madre, y al terminar de explicarle, no tardó en comenzar a reír burlonamente.

Sentimientos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora