𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟖

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En el silencioso vestidor de la oficina de policía se escuchó un estruendo. El ruido de un cuerpo que chocaba contra los casilleros del lugar.

- ¡Gilipolla!, te dije que no metieras a mi hijo en esto - reclamó molesto el peliblanco mientras sostenía al policía del cuello de la camisa - Por eso ya no me involucre con la Hermandad -

Mientras tanto Rubén lo veía de mala gana. - Venga Willy, que eso no me incumbe, Quackity estaba aburrido de estar aquí, probablemente encontró una manera de escaparse con...¿Wilbur? - intentó recordar el nombre del británico antes de recibir un golpe en la mejilla por parte del de ojos rasgados

- Frank está preocupado hasta los cojones por tu puta culpa, mientras tú te lavas las manos por los trabajos sucios que haces fingiendo que eres un "buen" oficial - reclamó una vez más mientras Rubén levantaba la mirada una vez más para ver al de gorro verde

Sonrió burlonamente. - ¿Eres bobo?, eso a mí no me interesa, deja de meter las narices en donde no te incumbe ¿vale? - Willy lo soltó bruscamente

Suspiró de mala gana - No sé cómo Fargan puede seguir en toda esta mierda, tío - masculló para si mismo con molestia mientras dejaba al noruego en el piso

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Roier estaba mal. No sabía que hacer. Gracias a la desaparición de Cellbit varios que estaban involucrados en la Orden cerraron sus negocios por precaución; entre ellos la esposa de Philza, Kristin, e incluso su amiga Niki había tenido que cerrar su pastelería temporalmente.

Todo por la paranoia de no saber quién sería el siguiente.

Y aunque siempre habían desaparecidos, pasaban cada tanto tiempo, está vez habían sido tres secuestros seguidos en dos semanas y media. Primero Felps, después Quackity y ahora Cellbit.

Cellbit. Su Gatinho.

Recuerda que esa noche, la terrible noche en la que desapareció, se quedó esperando a que volviera hasta tarde. Sentía que iba a enloquecer con cada minuto que pasaba. Esperando en el comedor pacientemente a que la puerta principal se abriera.

Pero nunca se abrió. El tiempo pasaba, y se estaba quedando dormido. Tuvo que poner música para evitar terminar dormido. Tenía que ver con sus propios ojos que Cellbit volviera bien.

Tenía sus pantunflas de Spider Man y su pijama ya puesta. En la lista de canciones que puso para no dormirse se reprodujo una canción de Gloria Trevi.

La playlist estaba en aleatorio así que no se opuso.

Ya no puedo más
Tanta gente y yo en soledad

Seguía mirando la puerta, como si de esa forma presionara a Cellbit de que llegara más rápido. Ignorando por completo el hecho de lo que decía la carta de Iván.

"No vayan, es una trampa"

No era una trampa. No podía serlo. Ocultó su cabeza entre sus brazos, jalando levemente su cabello para olvidar lo que leyó.

Llego a casa y todo es igual
Siempre lo han dicho, soy un caso perdido

Cellbit estaba bien. Él estaba bien. Su Gatinho volvería, tenía que. De seguro venía de camino. No faltaba mucho para que llegara a casa, ¿No?.

Merezco un castigo, ay, no, por favor, ay

Cellbit llegaría a casa. Lo regañaría por quedarse hasta tarde y después iría a dormir con Richas. Al despertar los tres comerían el desayuno felices entre risas y bromas al menor por su disgusto a los baños y el raro temor que tenía por su Tío Osvaldo.

Me pongo a pensar en lo que suelen hablar
En lo que ellos me han hecho cambiar

Tal vez Iván mentía. Si, era eso. De seguro el mensaje final era parte de su extraña imaginación:

"Te veo el Sábado, quiero hablar con vos, a las afueras por la Tienda del viejo de Tubbo".

¿Qué buscaba con eso?, no lo sabía. Pero tampoco quería averiguarlo.

Que mi mejor amiga no es buena compañía
Y ese novio a escondidas que no me merecía

Comenzó a sollozar por lo bajo. "Estoy bien" se repetía. "Él va a volver" se decía. Pero tal vez el que mentía no era Iván con su carta, tal vez el gran mentiroso siempre fue él.

Mierda. ¿Que hacía ahí sentado?.

Y esta noche ya no aguanto más

Un impulso en sus piernas, un choque eléctrico directamente en su cabeza; corrió lo más rápido que pudo de camino a la Federación. "Chingada madre" pensaba para si mismo. ¿Por qué lo negaba?, tal vez Cellbit estaba en peligro y él ahí como pendejo llorando.

Hoy me iré de casa corriendo descalza
A ver quién me atrapa, a ver quién me alcanza

Corrió lo más rápido que sus piernas se lo permitieron. La noche estaba fresca por la entrada del otoño, sin embargo él ya había comenzado a sudar. Entre jadeos y maldiciones dichas como susurros llegó al edificio, buscando a Cellbit con la mirada.

Hoy me iré de casa corriendo descalza
El viento en la cara, gritándole al alba

- ¡Cellbit!- llamó con preocupación mientras jadeaba - Cellbit, Gatinho, ¿Dónde estás? - habló una vez más escuchando como su voz solo rebotaba contra las paredes sin un respuesta aparentemente.

Pero había una figura en el piso. Recostada, tal vez inconsciente.

- ¿Cellbo? - murmuró mientras sus ojos se iluminaban, pero cuando se acercó vió que ese no era Cellbit -¿Quackity? - cuestionó al ver el rostro de su amigo mexicano que había desaparecido hace no mucho

El moreno abrió los ojos lentamente. - Ay, cabrón - masculló mientras se acostumbraba a la leve luz nocturna

- Quackity, pendejo levántate - ayudó el de pijama, viendo como al de beanie le costaba levantarse - Ven, vamos - se lo llevó mientras le ayudaba a andar con un rostro de ligera desilusión al ver qué no era su Gatinho

Mientras tanto Quackity miraba sobre su hombro, casi como despidiéndose de Cellbit con la mirada. Una mirada llena de victoria y orgullo.

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- Porra... - masculló la mujer mirando los barrotes de aquel cuarto en el que la tenían encerrada

¿Cuánto lleva ya?, tal vez dos semanas, ella se ha encargado de contar los atardecer y amaneceres que ha pasado en ese frío lugar. Antes de llegar ahí, ella era Bagi, una estudiante recién graduada de Periodismo que investigaba las recientes desapariciones de su ciudad.

Solía tener un informante anónimo, el cual siempre firmaba sus cartas con "W.B". El día en que lo conocería en persona, resultó ser una trampa de ellos.

No sabe exactamente que quieren, no le han hecho daño que ella sepa, simplemente le traen de comer cada tanto a su celda. Pero ese día en la mañana fue diferente, se sentía más frío de lo normal, había una vibra algo extraña por los alrededores.

Un trabajador de blanco traía arrastrando un cuerpo, el cual solo lanzó dentro del reducido espacio que Bagi habitaba desde hace un tiempo.

Se acercó curiosa. - Meu Deus - murmuró a punto de llorar - Rafael? - lo movió levemente esperando que despertara.

Pensó que no lo volvería a ver, pero ahora estaban los dos atrapados dentro de las blancas paredes pulcras de ese infierno limpio.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2023 ⏰

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