Capitulo 5

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"No es el momento más adecuado, pero debo hacerlo "

Haibara se había convertido en un dolor de cabeza, a cada rato debía cuidar que no se matará, pero estoy seguro que no era obra del destino, era la idiotez en su estado más puro.

–Hola Senpai

Haibara me saluda con dificultad mientras intenta mantener el aire en sus pulmones. No era tarea fácil si estaba de cabeza enredado entre cientos de cables.

-Hola... supongo.

Con mi energia corto los cables y el cuerpo hace lo que la gravedad le dice; caer.

–Intenta mantenerte vivo lo que queda del día, Suguru y yo iremos a una misión.

El más joven asiente intentado deshacerse de los cables y avanzo a la salida de la escuela.

–¿Listo?

Pregunto a mi amigo el cual leia el informe de la misión.

-Si, pero no parece ser algo grave como para que vayan dos grados especiales, crei que preferias hacer algo más interesante en tu día libre.

Tan solo levanto los hombros como si no me importara, no quería entrar en detalles.

–Solo vámonos

Al llegar al pueblo no tardaron en recibirnos con hostilidad y mostrar su descontento ante nuestra presencia, no era la primera vez que se nos trataba así, por lo que a mi no me afecta an lo absoluto.

–Ojala se deshagan de ellas, son raras comos ustedes y una maldición para nuestro pueblo.

Suguru es el primero en entrar, y veo como su cuerpo se tensa al ver la "amenaza" de la que se hablaba con tanto odio.

Un hombre y una mujer nos siguen y frente a nosotros había una celda con dos niñas encerradas, sus cuerpos estaban llenos de golpes y su miedo era visible, pues no nos veían como algo agradable, huían de nuestra mirada.

–Satoru....–me preparo ante cualquier reacción y veo como Suguru se gira con furia dispuesto a exterminar a los dos aldeanos a nuestra espalda.

Soy más rápido y tomo a Suguru de la cintura para evitar que se mueva, el se retuerce en mi agarre y aquellos no mágicos gritan asustados y  cayendo al suelo con miedo.

–Malditos fenomenos, larguense–el hombre tiene el valor de decir algo tan estúpido y siento la necesidad de querer soltar a mi amigo, pero resisto esa tentación y lo tomo con más fuerza.

–Suguru, sabes que esto no es correcto, no arruines tu vida, mira a las niñas, ¿quieres hacer esto frente a ellas?

Siempre supe que esas niñas fueron la debilidad de Suguru, el jamás permitió que lo llamarán padre, siempre era "maestro Geto" o "Señor Geto", no por qué no las viera como hijas, era por qué el era consiente que no viviría una larga vida y no quería  que ellas crearán un vínculo tan grande. El las protegia, las amaba, incluso llegué a envidiarlas.

–¡Son unos malditos!, ellas valen más que ustedes, ¡malditos monos!

Ok, hasta ahi estaba mi límite.

Tomo a Suguru con más fuerza de la que me gustaría usar y lo estampó contra la pared, está se agrieta ante el contacto.

Las niñas empiezan a llorar, tenían miedo de nosotros y no las culpaba.

–Cuida a las niñas, yo "hablaré" con ellos.

No le doy tiempo a quejarse, así que tomo a los no mágicos del brazo y los saco a rastras. Debía evitar a toda costa que hoy pasará una masacre.

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