Shigaraki Tomura x Male Reader
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La aprobación por parte de su madre lo era todo.
Su amistad con cierto pelinegro era su escape de todo el peso que lo obligaron a cargar en sus pequeños y frágiles hombros.
¿Qué pasará si pierde su único...
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—Toma apuntes de todo.
—Está bien.
—Asegurate de que tus lápices estén bien tajados, llega puntual, no te distraigas, si tus maestros te mandan a hacer un proyecto tu haz el triple de lo que te pidieron.
—De acuerdo, madre.
—Bueno es hora de que vayas a la escuela.
—¿No me vas a acompañar?
—No puedo, estoy muy ocupada —tomo su bolso y sus cosas—. Voy a ir de compras, tu papá y yo tenemos una cita a la noche —se despidió de su hijo en la puerta—. Adiós, cielo.
El pequeño se quedó solo en la entrada de aquel hogar.
—Ese señor no es mi papá —farfullo.
Miro su reloj de color celeste pastel, aún faltaba dos horas para entrar a clases. Debía de preparar todo, era su primer día y debía de destacar en él.
Entro a su habitación para alistar lo que necesitaría en el día; lápices, cuadernos, borrador, colores, etc.
Luego de alistar su mochila se dirigió a la cocina a preparar su desayuno, leche con cocoa, algo simple que con su corta edad le permitía hacer solo.
Con sus dos manitas tomo la taza y bebió del líquido mientras ordenaba lo que había utilizado en el trayecto.
Termino todo y se dirigió a lavar la taza.
No era algo extraño para él, ya se había acostumbrado a hacer su propia comida o los quehaceres de mucho más chico.
Por esto su madre y su esposo siempre recibían halagos por lo bien educado que era. Su madre no podía estar más que encantada al poder presumir a su hijo, y decir ante todas sus amigas de lo "buena" madre que es y como por esto su hijo era el mejor.
Termino de hacer sus tareas diarias y se quedó sin nada más que hacer.
—¿Cuánto falta? —miro nuevamente su reloj—. Hora y cuarto —suspiro.
No había nadie en casa, tal vez y pueda ver televisión, como cualquier niño común.
Se acerco temeroso a la sala de estar. No entraba ahí a menos que su madre lo llamara para presumirlo ante sus amistades.
Cada vez más cerca al control remoto, tan poco.
Un sonido y luz angelical aumentaba cada que se acercaba al control.
Lo tomo en sus manos y no podía creerlo.
—Vaya-
—¡______! —un grito femenino resonó en la casa.
—¡Madre! —que inesperado.
La mujer se acercó furiosa—. ______ que te he dicho sobre ver televisión —pellizco su brazo.
—¡Ack!... Que los niños buenos no lo hacen.
—Exacto, ¿Y qué haces aquí entonces?
—Nada, madre.
—Eso espero —dio una mirada rápida a la casa—. ¿Ya hiciste tus tareas?
Asintió tocándose el brazo adolorido.
—Bien —soltó un suspiro frustrada—. Nada de tele, ve a tu cuarto a leer algo.
—Ya lo leí todo, madre.
—¡Lee todo otra vez entonces!
Se limito a asentir, no podía refutarle nada a su madre.
Entro a su habitación, todo como siempre perfectamente ordenado.
Se sentó en el suelo a leer, no se arriesgaría a desordenar su cama y luego recibir un regaño por esto.
El principito. Su libro favorito.
Leer cada página era entretenido, no importa si ya lo leyó completo más de 5 veces, lo seguiría leyendo mil veces si pudiera.
Sonreía mientras pasaba las páginas, maravillándose otra vez con la manera de escribir del autor.
—Toc, Toc —su progenitora se colocó en el marco de las puerta con fruta.
—Madre, pensé que ibas a ir de compras.
—Si, debería... —suspiro decepcionada—. Pero debo de asegurarme de que seas un buen niño.
—Oh, seguro.
—¿Qué lees, mi niño?
—El principito, madre.
—Tan inteligente como siempre, leyendo libros a tan corta edad. Ese es mi niño, enorgullece a mamá.
—Siempre.
—Okey —beso su frente—. Ahora iré de compras, no te portes mal —coloco su mano en su hombro y lo apretó—. Se un niño bueno, ¿sí?
—Si, mami —respondió con miedo.
—Está bien —sonrió y se enderezo—Tal vez vuelva en la noche —menciono y el menor asintió.
El infante suspiro al escuchar la puerta principal siendo cerrada, no sabia como su madre supo que quería ver la tele mientras no estaba, eso le dio miedo.
¿Volvería a intentarlo?
No. No querría que lo castiguen.
Vio nuevamente su reloj y sonrió, aun le quedaba tiempo, eso significaba que podía seguir leyendo su libro favorito.
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