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Wooyoung apenas le había dirigido la mirada en todo el camino de regreso.

San tamborileó sus dedos alrededor del manubrio, incómodo porque no sabía qué decirle al muchacho para preguntarle el motivo de su comportamiento. Wooyoung estuvo más... apagado esa noche, su cambio de actitud fue repentino, y varias veces le preguntó si se sentía bien, si quería regresar a casa.

Pero Woo se limitó a negar con la cabeza, tirando de él para darle besos en la boca, cortos y seguidos, llenos de necesidad, y San decidió hacerlo feliz. Luego, Hongjoong y Mingi apareciendo y se pusieron a hablar entre los cuatro, y las cosas parecieron mejorar un poco.

Sin embargo, acababa de dejar a Hongjoong y Mingi en la casa del menor, y una vez solos, la incomodidad volvió a aparecer.

San se detuvo fuera de la casa de Woo, pidiéndole el cuaderno. El menor se lo tendió.

Si hice algo que te haya desagradado, lo siento, Wooyoung.

Wooyoung leyó las palabras, sintiendo ahora ganas de llorar, y sacudió la cabeza en una torpe negativa.

No ha pasado nada, hyung. Es sólo que...

El papel en su bolsillo pesó como un ladrillo, pero no sabía cómo expresarse bien, porque tampoco entendía esos sentimientos en su interior.

¿Celos?

¿Rencor?

¿Odio?

Es sólo que me puse triste porque he recordado a
Yeosang. Triste y culpable.

San suspiró al leer el mensaje, entendiendo la postura en la que estaba el chico porque a nadie le gustaba mentirles a sus mejores amigos. Sobre todo Wooyoung, que parecía tan apegado a Yeosang.

Si no estás seguro de esto, Woo, podemos dejarlo
hasta aquí.

No quiso sonar tan categórico e incluso frío, pero sentía que necesitaba decírselo para saber qué tan seguro estaba Wooyoung de lo que ellos podían tener. En especial, porque San necesitaba un pequeño (gran) impulso para poder terminar con Soyeon pronto.

Wooyoung leyó las palabras, sus labios frunciéndose en disgusto.

Estoy seguro. El chico lo miró un instante. Te quiero. Te quiero para mí, como mi novio. La mano de Woo tembló. Te quiero, te quiero, te quiero, te qui-

San detuvo el movimiento errático de la mano de Wooyoung, repentinamente asustado por su forma de actuar, y al voltear a verlo notó su llanto silencioso y sus ojos lagrimosos, mordiendo su labio inferior con fuerza.

— Oh, Woo... — susurró San, abrazándolo de golpe porque no sabía qué otra cosa hacer en ese instante, porque su corazón se rompió al ver a Wooyoung llorar así.

San no quería verlo llorar nunca en la vida.

Lo meció, sintiendo como los hombros del chico se sacudían por los sollozos, y le revolvió el cabello. Le murmuró palabras tranquilizadoras para que así se calmara, para que volviera a sonreírle con esa bonita sonrisa que poseía.

Al sentirlo más calmado se alejó, limpiando sus mejillas con los dedos, y dándole pequeños besos seguidos.

Te quiero. — dijo San en lenguaje de señas.

Te quiero. — respondió Wooyoung.

El mayor volvió a agarrar el cuaderno.

Woonie, yo también te quiero mucho y quiero estar contigo, ¿bien?

muñequito de porcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora