Capítulo 3: Una nueva misión que cumplir

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Había llegado a mi casa con una expresión molesta por lo que había sucedido momentos atrás, tiré la mochila a un lado de mi habitación enfurecida, debía calmarme, pensar en otra cosa. Arthur no tardo en darse cuenta de lo que estaba pasando y fue a mi habitación preguntándome qué me pasaba.

- ¿Todo bien, Charlotte?-preguntó el hombre.

- ¿Eh?, oh, si, está todo... bien... todo... genial-sonreí falsamente, no quería hacerle preocupar al hombre, y mucho menos explicarle cómo es que reniego del amor y de todo tipo de actos y muestras que tengan que ver con ello, es una larga historia y sobretodo un trauma que nunca superé.

Arthur me veía no muy seguro de mi respuesta pero decidió ignorarlo.

- ¿Qué tal tu primer día en una escuela de humanos?.

Rápidamente mi expresión se tornó a una emocionada.

- Fue genial, estuvo bien ver lo que estudian los humanos, además de que hice nuevos amigos.

- Eso es increíble, me alegro mucho-sonrió.

- De hecho, he quedado con ellos aquí, ¿Crees que hay hueco libre en la cafetería?-pregunté a pesar de que la cafetería estaba ahora mismo a rebosar de gente.

- Claro, os haré un hueco.




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Habían llegado las 17:00 de la tarde, hora en la que había quedado con Alya y los demás, estaba ayudando a Mandy, mi compañera empleada a preparar los pedidos de la gente cuando de pronto llegaron, le dije a Mandy que les llevara a la mesa del que Arthur les había reservado y me fui a su mesa, quería que se sintieran como en casa.

- Bienvenidos chicos a la cafetería Prince- sonreí guiñando un ojo- ¿Como estáis chicos?-les saludé.

- Vaya Charlotte, si que hay mucha gente-dijo Marinette viendo alrededor.

- Así estamos todos los días, hasta arriba de gente-comenté-por algo es una de las cafeterías más populares de París - ¿Que cómo lo sé? Pues por Arthur, quién si no-pero en fin, ¿Qué queréis tomar?-dije con el lápiz y nota preparada para apuntar el pedido.

- Bien, yo querría una malteada-dijo Alya.

- Lo mismo que ella- comenta el moreno.

- Para mí un café helado- siguió la azabache.

- Yo quisiera un té frío -finalizó el rubio.

Anoté ambos pedidos y me dirigí a la barra para prepararlos, la pobre Mandy estaba hasta arriba de pedidos, de modo que la ayudé para así aligerar su presión ya que la notaba un poco estresada, debo decirle a Arthur que contrate más personal, Mandy va a acabar calva de tanto estrés.

Ya preparadas las bebidas me dirigí hacia la mesa donde se encontraban mis amigos entregándoles sus respectivos pedidos.

- Aquí tenéis chicos, cortesía de la casa-guiñé un ojo.

- Vaya Charlotte, tienen muy buena pinta- dijo la ojiavellana.

Iba a sentarme, pero en ese momento un portazo hizo resonar todo el local alertando a todos los clientes y a mis amigos, un hombre de mediana edad, bastante fornido y con cara de pocos amigos había irrumpido en la cafetería, repito fornido porque literal me sacaba dos cuerpos.

Amor por obra del destino (Miraculous Ladybug)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora