Día 2

641 63 21
                                    

07:00 a.m, Bogota

Armando Mendoza se levanto finalmente de la cama. Sentía como si sus pies no quisieran responderle, le pesaban. Aquella habitación en la que había dormido sus últimos 20 años se sentía diferente esa mañana, mas oscura, mas solitaria. Con el peso de la responsabilidad y sintiéndose un exagerado por sentirse de esa forma, se decidió por darse una ducha con agua fría y hacerse un café negro con rapidez para volarse para la empresa. Hoy era un día importante, debían discutir como seria la próxima colección, tenían que apurar su lanzamiento debido a los fracasos de las ultimas dos. 

Al llegar a Ecomoda se cruzo con Camila que bajaba de el carro convertible de su amiga Sara, al mismo tiempo que el propio carro de Mario Calderon se parqueaba a un par de metros de el. Espero en la puerta con paciencia para entrar con ambos. Sonrió al ver a su niña despedirse.

- chao, Sara! Nos vemos el domingo, no? -exclamo la joven mientras agitaba su mano en un saludo- 

- no sea cansona, Mila. Ya le dije cinco veces que si -rió la muchacha mientras volvía a arrancar-

El carro se perdió al norte de la zona industrial. Camila se acerco hasta su padre para darle un pequeño abrazo y un beso en la mejilla. Solo eso bastaba para tenerlo a sus pies, definitivamente su hija era su talón de aquiles.

- hola, papa. ¿Como esta? ¿Si desayuno algo? -indago la joven de ojos café mientras el hacia un gesto de "maso menos". Ella lo miro severa para luego tomarlo del brazo en una especie de gancho con el suyo. Saludo a Mario con la mano libre- ¡Tio Mario, buen día! Hoy tengo algunas cosas de que hablarles, aprovechando que mi mama no esta para meter las manos en lo que quiero comentarles. Pero primero nos pedimos nuestros desayunos, no?

- mmm...con que nos va a salir usted ahora, niña -dijo Mario con diversión para luego besar la mejilla femenina y tomar la mano de su amigo en saludo- Presidente, buenos días, ¿pudo dormir anoche? -pregunto con una sonrisa socarrona, insinuando algo- 

- buenos días, Mario. Estoy muy bien, gracias 

- claro que si, doctor Ojerosa -tosió- ay que pena, Mendoza, quise decir Mendoza -corrigió falsamente en burla-

Armando lo miro con hartazgo, no estaba de humor para juegos ni chistes, y mucho menos provenientes de el.

- bueno, bueno. ¿Entremos, no? -interrumpió Camila jalando con suavidad a su papa hacia la entrada de la empresa-

Los tres entraron juntos saludando a Mia, la sobrina de Marianna, que ahora era la recepcionista. Subieron en el ascensor hasta llegar a la planta ejecutiva. Cuando las puertas se abrieron y los tres salieron juntos, todas las muchachas saludaron al unisono. Camila y Mario saludaron cordiales a todas para dirigirse directamente hacia Aura Maria y pedirle si podían llevar tres tintos y unas medialunas hacia presidencia. Por su parte, Armando se dirigió hasta Sandra, quien actualmente era la secretaria de presidencia, para preguntarle si hubieron llamadas para el.

Sandra no era boba. Ella sabia perfectamente la llamada de quien le interesaba a su jefe.

La respuesta fue negativa. Su semblante cayo ligeramente pero no se dejo envolver demasiado por ese sentimiento, simplemente le pidió que lo informara inmediatamente si le llegaba alguna llamada o información, que estaría en una reunión informal con su hija y Mario Calderon en presidencia. Ella le prometió que en cuanto llegue "esa llamada" lo comunicaría de inmediato.

El hombre le agradeció y finalmente se encamino para donde sus afectos quienes ya lo estaban esperando en su oficina.

Con rapidez, la secretaria fue hacia donde estaba Aura Maria.

7 días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora