Dia 4

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00:39 a.m, Bogota

- espera un momento, Daniel. Se acaba de quedar sin batería mi celular

La menor de los Mendoza dejó un momento en la sala a su hermano, con quien estaba compartiendo una cena muy a gusto a pesar de ser bastante tarde, pues hace mucho tiempo no compartían.
Fue a conectar su celular al cargador para proceder a prenderlo y así estar notificada de cualquier mensaje o llamada importante si fuera a llegarle.
Justo cuando iba a dejarlo allí sobre la mesita de decorado y asi volver a donde Daniel, un mensaje de voz le había llegado. Se extraño bastante y procedió a abrirlo.

"- Betty...mi amor...¿como estas? ¿Por qué estás tan negada a comunicarte conmigo? No me has llamado ni enviado razones, no entiendo que pasa -hubo un pequeño sollozo- necesito saber como estas, necesito que hablemos...que estés acá, conmigo. Beatriz, dios mío...yo la necesito tanto, tanto a usted. Me está matando. Si lo que quería era arruinarme, enviarme al infierno, lo logró pero por favor, quítame este dolor. No soporto estar más un día sin usted, mi amor. La necesito acá, necesito sus ojos mirándome y diciéndome que todo va a estar bien, que hice algo bien en la vida, que esto es para siempre como se lo prometí a dios hace 20 años -hubo otro pequeño silencio- por favor...por favor, se lo ruego, mi vida. Dígame que hice mal y lo voy a enmendar cada día por el resto de mi vida pero regrese, devuélvame la vida...yo la voy a esperar, si? Dios mío...esperaría toda la vida por usted"

Una lágrima rodó por la mejilla de la mujer al oír la voz de un hombre en ruinas, de un hombre al cual había amado tan profundamente alguna vez. Odió a Beatriz.

- ¿qué diablos fue eso? ¿Ese era Armando?

Marcela se volteo asustada, viendo a su hermano parado detrás de ella quien habia escuchado aquel mensaje tan decadente.

- si, creo que se equivoco de número... -dijo aun con la mirada en su celular- ellos están teniendo unos problemas muy graves, Beatriz se voló hace unos días y parece que no se han comunicado...bueno, ella no lo ha hecho

Daniel levantó una ceja, adivinando los pensamientos de su hermanita.

- Marcela, dime que tu no...

- no, nada de eso -dijo negando fervilmente antes de que termine de decir la frase- solo estoy preocupada por el. Yo no sé si esa mujer lo sabe, pero desde que la conoció parece como si su vida dependiera de ella -expreso con cierto recelo- Lo conocí a Armando sin Beatriz una sola vez e intento quitarse la vida -finalmente miro a su hermano quien la observaba aún con desaprobación- por favor, Daniel. El es nuestra familia también

- no quiero que te metas en eso otra vez. No sería sano para ti. El tomo su decisión hace 20 años, déjalo quieto, Marcela

- no voy a hacerlo...solo voy a hacer unas llamadas de rigor, eso es todo

Su hermano negó con la cabeza devolviéndose para el comedor. De inmediato la mujer llamó a Mario Calderon, quien se quejó por la interrupción que la llamada le había producido. Atendió de mala gana, dejando a la mujer desconocida contra la pared de la salida de emergencia de aquel bar.

- estoy ocupado -atino a decir en automático-

Estaba por cortar, pero ella fue más rápido.

- Mario, Armando esta con usted?

******

10:47 am

El presidente de Ecomoda comenzaba a abrir los ojos con pesadez, la cabeza le dolía como el infierno y sentía como si se estuviera derrumbando por dentro. Estaba sufriendo de un guayabo mortal, hace muchos años no tenía uno de esos, además de que ya estaba viejo para semejantes travesías.
Se percató rápidamente que se encontraba en su habitación, perfectamente arropado y en la mesita de noche se encontraba un vaso de agua fresca y unos analgésicos. Se levantó un poco para, sin dudarlo, beberse las drogas y el agua como si fuera lo último que podría consumir en la vida.
Dos pequeños toques en la puerta y su niña se apareció, con una pícara sonrisa en los labios.

7 días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora