Vannesa
— ¿Todo listo, Hermione? — le pregunté a la chica que estaba sentada en su cama, contemplando la vista despejada del cielo de Hogwarts; sin embargo, no hubo respuesta —. ¿Hermione? — volví a preguntar mientras me acercaba a ella —. ¿Qué sucede?
Me senté a su lado y puse la mano en su hombro. Se giró lentamente para verme. Se veía preocupada.
— Es... solo que no me he sacado algo de la cabeza — confesó ella mientras se rascaba la cabeza.
— Hermione — la tranquilicé mientras la abrazaba —. Sabes que puedes confiar en mí, somos mejores amigas después de todo.
Hermione esbozó una pequeña sonrisa en su rostro. Durante los últimos dos años, ambas habíamos fortalecido nuestra amistad gracias a los acontecimientos que habían ocurrido en el castillo.
— Lo sé, pero... — Hermione vaciló un poco —. La noche en la que estuvimos a punto de morir, cuando descubrimos que Sirius no era el villano sino Pettigrew... él se asustó mucho cuando te vio.
Mis memorias volvieron a esa noche. Estábamos con Ron, Harry y Hermione, dentro del Sauce Boxeador. Fue la noche en la que el profesor Lupin, nuestro profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, se había transformado en un horrendo hombre lobo. Sirius Black le comentaba a Harry quién era Peter Pettigrew, el traidor que entregó a Lily y James a mi padre. Snape yacía en el suelo, Harry le había lanzado un hechizo antes de que atacara a Sirius. Entonces, entre Lupin y él, revelaron que la rata de Ron era Peter, quien había estado escondiéndose durante 12 años en la familia de los Weasley. Cuando mostró su verdadero aspecto, quiso escapar, pero me paré en la puerta y se lo impedí. Fue entonces cuando Peter se paralizó por completo y dijo:
— ¡Sus ojos! ¡Sus ojos! — gritó desesperado mientras se agarraba los cabellos que le quedaban —. ¡Son sus ojos!
Sabía que se refería a mi padre. Él reconocía a su amo.
— Te confesaré algo — empecé a decir mientras acariciaba su cabeza —. Muchos me han dicho que tengo los ojos llenos de maldad — tenía que sonar creíble y parecerlo también, así que me separé un poco de ella —. Es una herencia de mi familia; los Morgan poseemos miradas amenazantes y...
— ¿Y? — dijo Hermione.
Tenía que hacer que me creyera, tapando una gran mentira con una verdad.
— Se dice que algunos Morgan se enlistaron en las filas de quien-tu-sabes — dije mirando hacia otro lado. Hermione se mantuvo unos momentos callada y yo agaché la cabeza —. Lo sé, soy...
— ¡Oh, Vanny! — Hermione me rodeó con sus brazos y su voz tembló —. Lo siento tanto, no era mi intención que recordaras eso. Perdona, no quise dudar de ti — chilló ella, abrazándome con más fuerza mientras mi corazón se me encogía en mi pecho —. Sé que es difícil.
No tienes idea de cuánto.
Quise hacerme la fuerte, pero no pude. Dos lágrimas gruesas se resbalaron de mis mejillas. Hermione no me merecía, no merecía a una amiga traicionera como yo, no merecía a una amiga que tiene que darle a su padre información crucial para llegar a los puntos débiles de Harry. No merecía una amiga que sabía de la existencia de un basilisco en los pasillos del colegio y no le dijo nada y terminó en un estado terrible.
Perdóname, Hermione.
Perdóneme todos.
— Tranquila — susurró ella mientras me cohibía de echarme a llorar —. Todo está bien — me separó de ella y sonrió amablemente.
No dije nada, pero me dediqué a observarla. Hermione había cambiado en cuanto a su aspecto físico durante estos últimos años; ahora traía sus cejas depiladas y trataba de tener su cabello lo más cuidado posible. Sus mejillas eran de un rosa pálido, redondas y contorneadas, a diferencia mía, que era algo pálida.
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Todo por ti (Draco Malfoy y tú)
FanfictionMagia. Algo que no todos estamos dispuestos a creer, algo que nos atemoriza pero a la vez nos fascina. Vanessa era aquella que no creía en la magia y vivía en el aburrido mundo muggle; junto a su madre, formaba parte de una gran mentira que cambiarí...