Halloween

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Vannesa

Aquellas dos horas de aquel día parecían haberse estirado más allá de los límites del tiempo, como si el reloj mismo hubiera decidido jugar una broma cruel. Afortunadamente, la recuperación fue rápida y, finalmente, logré salir de la enfermería. Desde entonces, Malfoy y yo nos habíamos convertido en maestros del silencio glacial, intercambiando miradas cargadas de odio en lugar de palabras.

Sin embargo, el rumor de que había pasado tiempo a solas con Malfoy en la enfermería no tardó en desatarse. Brown, que había estado haciendo mi vida imposible desde que se enteró, no perdía oportunidad para hacerme la vida miserable. Los chismes se propagaron rápidamente: algunos decían que estábamos en una relación secreta. Para desmentirlo, nuestras acciones hablaron por nosotros. Malfoy dejó claro que nunca saldría con una traidora a la sangre como yo, mientras que yo afirmaba con firmeza que ni en un millón de años saldría con un tipo mimado como él.

Pensé que el único lugar donde compartiría una clase con el "cabeza lamida por una vaca" era pociones, pero descubrí que el destino tenía otros planes. Resultó que también compartíamos las clases de vuelo de Quidditch y, dado que nuestros dragones eran legendarios, también coincidíamos en las lecciones de entrenamiento de dragones.

La noticia de nuestro "infortunado encuentro" alborotó el colegio, y el evento incluso apareció en el diario "El Profeta".

"Estoy emocionada por ver la revancha," decía uno de los comentarios. "Espero que esta vez gane Gryffindor," comentaba otro. "Ya quiero que estén en cuarto año," decía un tercero. "Desde ahora estaré al pendiente de todas las noticias," afirmaba un último.

Dentro de unos días, supe que se realizaría una entrevista con mi madre y con la madre de Malfoy. Narcissa me envió una lechuza para informarme sobre la entrevista, asegurándome que se encargaría de que nada indeseable saliera a la luz. "Todo saldrá perfecto", prometió.

Mi madre, obligada a enviarme una carta similar, omitió el tema de la entrevista. Le respondí con entusiasmo, como una hija emocionada y nerviosa por ser la próxima portadora del dragón de la llama infinita.

Mientras tanto, los miembros del equipo de dragones de ambas casas no perdían ocasión de discutir sobre quiénes serían los ganadores en los próximos años. Incluso los jefes de ambas casas y la profesora Hooch se sumaban a las especulaciones.

Las clases de vuelo de Quidditch se convirtieron en un caos, especialmente para Neville, quien terminó con la muñeca fracturada después de salir volando unos seis metros. Tras el incidente, Malfoy comenzó a provocar a Harry con la esfera de Neville. Harry, sorprendido, se dio cuenta de que Malfoy no mentía sobre sus habilidades con la escoba. De hecho, Malfoy era excepcional, y a veces lo veía volar por las mañanas. Gracias a eso, yo también aprendí a volar en una escoba.

La profesora MacGonagall llevó a Harry a su despacho, y pensé que lo expulsarían, pero resultó que Harry formaría parte del equipo de Quidditch como buscador. El único inconveniente era que debía balancear sus responsabilidades entre dos equipos, algo que Malfoy no perdía oportunidad para ridiculizar. El resentimiento de Malfoy hacia Harry por recibir crédito era palpable.

Debido a esto, terminamos en el pasillo prohibido del tercer piso del castillo. Malfoy había tendido una trampa para Harry. No tuve tiempo de advertirle, ya que había estado en una de mis noches sin sueño, conversando con mi padre en el baño. Al regresar, me encontré con Harry, Ron y Hermione, y tuvimos que inventar una excusa, alegando que estaba verificando si no había nadie cerca.

Frente a nosotros se erguía un perro enorme de tres cabezas. Sus seis ojos seguían cada uno de nuestros movimientos, y sus tres hocicos, salpicados de baba, le daban un aspecto espantoso. A decir verdad, preferiría enfrentarme a este perro que a mi padre, ya que el perro resultaba mucho menos intimidante.

Todo por ti  (Draco Malfoy y tú)Where stories live. Discover now