Desafío

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Vannesa

Un escalofrío me recorrió el cuerpo de pies a cabeza, un frío que no tenía nada que ver con el clima, sino con la humedad que sentía empapando mi ropa. Bajé la mirada y me di cuenta de lo que había sucedido.

Estaba completamente empapada, el agua chorreaba desde mi cabello hasta las puntas de mis botas.

Levanté la vista, y allí, frente a mí, estaba la dragona de Malfoy, imponente y majestuosa, con las fauces abiertas y agua goteando de sus colmillos. Había sido ella la que nos había empapado, tanto a mi dragón como a mí.

-Los obstáculos están arriba, no aquí abajo, Morgan -habló Malfoy finalmente, su voz con ese tono altivo tan característico, mientras se pasaba la mano por su cabello rubio, que de alguna manera había quedado alborotado, dándole un aire de descuido que casi parecía intencionado-. Ese es el público, por si no te diste cuenta.

Parpadeé, intentando asimilar la situación. No pude articular ninguna palabra, mi mente aún estaba procesando lo cerca que había estado del desastre. Si no hubiese sido por la rápida intervención de Malfoy, mi dragón podría haber lanzado una llamarada que habría calcinado a la mitad de los estudiantes que nos observaban desde las gradas, ahora empapados, perplejos y en completo silencio.

¿Malfoy me había salvado?

Me quedé helada, no solo por el agua, sino por la idea de que Draco Malfoy, de todas las personas, hubiera evitado un desastre que podría haber tenido consecuencias desastrosas.

-¿Se te comió la lengua el dragón? -se burló Malfoy, su risa resonando en el aire húmedo mientras agitaba las riendas de su dragona, haciéndola elevarse en el cielo con un poderoso batir de alas.

Me quedé mirando cómo se alejaba, su figura desapareciendo en el horizonte, mientras el peso de lo que acababa de suceder se asentaba en mi pecho.

-¡Vamos, Tyson!- ordené, imitando la acción de Malfoy, y, para mi sorpresa, las enormes alas de mi dragón se desplegaron majestuosamente. Con un poderoso impulso, Tyson se elevó en el aire, dejando atrás la tierra firme.

El viento fresco golpeó mi rostro, despeinando mi cabello mientras ascendíamos rápidamente hacia el cielo, que brillaba en un tono azul profundo, como el océano en un día soleado. Sentí el calor del sol ardiente sobre mi piel, una sensación contrastante con la frescura del viento. Desde las gradas, los aplausos y vítores de los Gryffindor resonaron con fuerza, animándome mientras nos acercábamos a la primera serie de obstáculos: una fila de aros gigantescos flotando en el aire, esperándonos.

-Podemos hacerlo, Tyson -le aseguré, dándole una suave palmada en el cuello escamoso-. ¡Adelante!

Con un movimiento decidido, sacudí las riendas, dirigiéndolas hacia adelante. Tyson respondió con un rugido ensordecedor que hizo vibrar el aire a nuestro alrededor, y atravesamos los aros con una precisión impecable, como si estuviéramos hechos para esto. Pero no habíamos terminado; una montaña de hielo apareció de repente ante nosotros, bloqueando nuestro camino.

-¡Quémalo!- ordené sin dudarlo.

Tyson inhaló profundamente y, en un instante, una columna de fuego salió disparada de sus fauces, derritiendo la montaña de hielo en cuestión de segundos. El vapor resultante nos envolvió brevemente antes de disiparse, revelando un nuevo desafío: una esfera metálica del tamaño de una pelota de fútbol comenzó a volar erráticamente por el campo. Aunque se asemejaba a una snitch dorada, esta esfera era más pesada, más rápida y mucho más peligrosa. Nuestra misión era clara: teníamos que atraparla y llevarla hasta los aros que estaban en cada esquina del campo para ganar puntos cruciales.

Todo por ti  (Draco Malfoy y tú)Where stories live. Discover now