El encuentro

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Vannesa

Hoy era el día.

Partimos de la mansión a las 10 en punto. Aunque todo estaba en orden, revisaba la lista una y otra vez para asegurarme de no olvidar nada. Malfoy, a mi lado, también mostraba signos de impaciencia. Lo observaba jugar con sus dedos, intentando aparentar calma.

Nuestros baúles estaban en la parte trasera de la limusina negra, conducida por un hombre mayor. Según Malfoy, era un brujo de sangre mestiza que trabajaba para su familia.

Cuando llegamos a King's Cross, sentí un leve cosquilleo recorrer mi cuerpo. El motor de la limusina se apagó con un susurro.

— Llegamos —anunció el conductor.

Miré por la ventana. Era la primera vez que veía King's Cross en persona; solo había leído sobre ella. La fachada de piedra de color marrón claro estaba adornada con dos enormes ventanales y flanqueada por banderas de Inglaterra ondeando en las esquinas del techo. En el centro, un gran reloj marcaba la hora con elegancia.

Narcissa se giró hacia mí con una sonrisa.

— ¿Recuerdas lo que te dije, querida?

— Sí —asentí, confirmando. Para evitar sospechas, Narcissa y Malfoy serían los primeros en bajar del auto. Luego, el conductor debía mover la limusina a un lugar apartado para que yo pudiera bajar sin llamar la atención.

— Perfecto —dijo Narcissa mientras se quitaba el cinturón de seguridad—. Vamos, Draco.

— Sí, madre —respondió Malfoy, apresurándose a alisar su cabello engominado.

— Buena suerte, querida —me sonrió Narcissa—. Si necesitas algo, no dudes en enviarme una lechuza.

— Lo haré —sonreí mientras Narcissa salía del auto.

Malfoy estaba a punto de abrir la puerta cuando se detuvo de repente. Sin mirarme, dijo:

— Supongo que... hasta las próximas vacaciones.

— ¿De qué...?

— ¿No piensas que tú y yo vamos a andar hablándonos por Hogwarts de manera normal, verdad? —me miró por encima del hombro con desdén.

Sentí una opresión en el pecho. Iba a decir algo, pero él se giró para enfrentarme, señalándome con un dedo delgado.

— Tú y yo no nos conocemos. No somos nada —dijo con voz lenta y medida—. Ni siquiera sabré tu nombre. Y no te atrevas a dirigirme la palabra. ¿Me has entendido?

Tragué con dificultad.

¿Por qué me dolía tanto todo esto?

Fingí indiferencia.

— ¿Se te olvida cuántas veces te he dicho que no me importa lo que hagas o digas? —me acerqué a él, adoptando una postura desafiante. Su cara estaba a centímetros de la mía, y vi una chispa de sorpresa en sus ojos—. Y puedes estar tranquilo. Mi tiempo es demasiado valioso para perderlo con alguien como tú.

El silencio se extendió entre nosotros, ambos desafiándonos con la mirada.

— Draco, ya es hora de irnos —se oyó la voz de Narcissa desde fuera del coche.

— Anda, que te espera un año interesante —sonreí de manera maliciosa—. Muero por verte hacer el ridículo, Malfoy.

— Quien tendrá ese placer seré yo, Morgan —dijo, saliendo del auto y dando un portazo.

Después de verlos alejarse, la limusina reanudó su marcha. El conductor se dirigió a un lugar oculto, donde transformó el auto en uno común y corriente. Luego, se cambió a ropa normal y se preparó para marcharse.

Todo por ti  (Draco Malfoy y tú)Where stories live. Discover now