CAPÍTULO 1

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Las manos de mi madre se sentían frías sobre mis mejillas y su cara brillante por las lágrimas que derramaban sus ojos con los que me miraban con tristeza.

—No me mires así, que no me voy a mudar a la otra punta del mundo, solo voy a estar a una hora de casa— le digo para tranquilizarla.

—¿Y cómo quiere que te mire? Si mi niña bonita, mi princesa hermosa se va de casa— me dice mientras me llena la cara de besos— Una hora en avión es mucho tiempo.

Me sigue abrazando y llorando mientras que yo intenté separarme de ella como puedo, sin éxito alguno, así que me giro a mirar a mi padre que nos está mirando con cara de aburrimiento, pero cuando ve que lo estoy mirando me sonríe.

—Ayúdame, por favor— le susurro.

Él se acerca para coger de los brazos a mi madre diciéndole que voy a perder el avión como no me suelte, le susurro un — gracias— y me lo devuelve con una sonrisa mientras que mi madre sigue llorando en sus brazos.

—Henry, que nuestro bebé se va a ir para no volver, ¿No te da pena?— le dice mamá mientras que lo abraza.

—Deja de ser una dramática Jules, que sabes que va a volver y deja ya de llorar que me mojas la camisa— le dice, haciendo que mi madre se aleje de él rápidamente.

—Tú siempre tan romántico— dice mientras se cruza de brazos mirándolo furiosa.

Mi padre le coje la cara y le da dos besos en la boca haciendo que ella lo abrace, y se sigan besando como dos adolescentes enamorados. Mientras tanto yo intento buscar a mi hermano con la mirada y lo encuentro pegándole patadas a una máquina de snacks, me acerco a él y lo abrazo por detrás haciendo que se dé la vuelta para verme.

—Esta máquina maldita se ha tragado cinco dólares y no me quiere dar mis galletas— me dice mientras le sigue dando patadas a la máquina hasta que suelta unas galletas de chocolate, las abre felizmente mientras me río de él.

—¿Me das una?— le pregunto mientras veo cómo se come una.

—No, me ha costado mucho sacarlas y no las voy a compartir— me contesta mientras se mete un puñado en la boca—¿Se están besando, verdad?— dice con la boca llena mientras que nos giramos a la vez para verlos dándose besos como si nosotros no estuviéramos delante o como si la gente no se diese la vuelta para verlos besarse.

—Parecen dos jóvenes sin vergüenza alguna— digo mientras me acerco para separarlos— Ya está que os van a echar del aeropuerto.

—Como si la gente no se diese besos— refuta mi madre intentando acercarse a mi padre, que la espera con los brazos abiertos.

—Mamá, la gente se da besos, pero no como los vuestros que son para vídeos porno— dice Nate  mientras que yo me río cuando papá le pega en la nuca haciendo que se frote esa zona— ¡Auch, papá! Que eso duele— Dejo de reírme cuando las bocinas anuncian que están a punto de cerrar las puertas de embarque de mi vuelo. Recojo mi mochila y el pasaporte del suelo.

—Bueno, ya me toca ir, así que cuidado con la casa, que no quiero volver y encontraros en la calle— digo mientras que se acercan a abrazar a todos.

—Ten cuidado, Kiara, prométeme que vas a volver tal como te vas, no quiero tatuajes, ni piercings, sino no te dejaré entrar a casa— me dice papá mientras que me da un beso en la frente.

—Te lo prometo— le digo mientras me alejo —Os quiero mucho, nos volveremos a ver— digo haciéndome la dramática al ver que mi madre ya está llorando otra vez.

Cuando me voy alejando siento como si mi vida comenzara ahora.
Cuando me vuelvo a girar oigo a mi hermano gritar:

—¡Usa protección, mamá y papá son demasiado jóvenes para ser abuelos y yo muy poco responsable para ser tío!

Notas de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora