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Harry no era un mal niño, claro que no, su madre le había inculcado valores desde el primer momento en que lo tuvo en brazos.

Pero claro que cualquier niño tendría celos cuando su madre le daba parte de ese cariño materno que solo debía ser para él a otra persona.

-¡No es mi culpa que estés solo en el mundo y nadie te quiera!- gritó el Harry de cuatro años al ver cómo su madre curaba la rodilla raspada del niño rubio.

Draco soportó las ganas de llorar y le pidió a Lily que no regañara a Harry, en cambió se adentró a la casa mientras la pelirroja tenía el rostro del mismo color debido al disgusto que Harry le estaba haciendo pasar.

-Eso fue grosero, Harry, sabes que Draco no tiene papás ¿sabes por qué no tiene?, porque su mamá se enfrentó al mismo Voldemort para salvarnos a todos, su papá fue un espía que nos dio la victoria pero lamentablemente el ministro no está de acuerdo y decidió mandarlo a Azkaban, lo mínimo que podemos hacer es cuidar a Draco como sus padres nos cuidaron a todos.

-¡Pero lo quieres más a él que a mí!

-Yo no eduqué a un niño egoísta, Harry James Potter, ahora subirás y le pedirás perdón

Harry frunció el ceño pero aún así, fue hacer lo que su madre pidió, solo que había un pequeño problema, Draco no estaba por ningún lado.

Lo buscaron por toda la casa, preguntaron a los vecinos por el pequeño rubio, dieron aviso a Snape, el padrino del niño, a los hermanos Black quienes eran los únicos familiares de sangre y por supuesto al resto de los merodeadores.

-No quiero culpar a nadie- dijo Regulus tratando de hacer acopio de toda su paciencia- pero tú lo estabas cuidando Lily

-¡Entró a la casa! ¿cómo iba a saber que escaparía?

-En primer lugar, ¿por qué se fue?

Todos los adultos comenzaron a discutir salvo uno.

-Hey, Harry- Remus encontró al chico al pie de la escalera- ellos gritan mucho, ¿tu me puedes decir que pasó?- y Harry se rompió, se sentía tan culpable, él solo quería un abrazo de su mamá, no que Draco se fuera- tranquilo, no pasa nada, iré por él, ¿de acuerdo?

Remus salió mientras sus iguales seguían echando culpas a otros.

Suspiró al estar frente a la mansión Malfoy, desde que Lucius fue sentenciado a diez años en Azkaban y Narcissa muriera, no habían vuelto a traer al niño, Snape sería el encargado de cuidarlo, pero Regulus y Sirius llegaron a la conclusion que no sería adecuado tenerlo en Hogwarts, mucho menos cuando el pocionista estaba ocupado con sus deberes de maestro, los hermanos Black se ofrecieron a tenerlo hasta que Severus tuviera vacaciones, pero Sirius era un auror, tampoco disponía de tiempo además de ser peligroso y bueno, Regulus apenas pudo mantener vivo al niño durante un par de horas. Por eso fue Lily la encargada de cuidarlo la mayor parte del tiempo, hasta ese día.

-¿Draco?- susurró Remus viendo al niño sollozar mirando un retrato de sus padres que le miraban con una sonrisa cálida.

-Quiero vivir aquí- declaró el niño- aquí no molesto a nadie y al menos podré hablar con mis padres, los elfos me ayudarán con las cosas que necesite

A Remus se le rompió el corazón y sin pensarlo, cargó al niño que seguía llorando y con la acción, solo pudo aferrarse de la playera del licántropo.

-No molestas a nadie, dragón- el apodo hizo que el nene gritara- y si lo que quieres es estar aquí, entonces me mudare contigo

-No es necesario

-Claro que si, no puedo dejarte solo.

-¿Por qué?

-Porque desde el momento en que te sostuve en brazos te convertiste en mi cachorro

>>Y tu padre siempre ha sido mi luna<<

Mi luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora