VI

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El día de la boda había llegado y junto con él la emoción del Príncipe Heredero, las mariposas de su estómago no ayudaban a mantener la calma, tenía miedo, quería llorar pero a la vez por fin poder besar los labios de su amado por primera vez.

Sabía que había caído por completo ante los encantos de Rafael por lo que estaba ansioso de poder por fin enlazar sus vidas; sabía que podrían tener el resto de sus vidas para amarse y conocerse por completo.

A pesar de haber conocido grandes secretos de cellbit durante los días siguientes al abrazo bajo el árbol de bugambilias tenía la curiosidad de averiguar el pasado del hombre de mechón blanco que le había esmerado en enamorarlo y pensar en cómo se sentía ante la competencia.

Le estaban terminando de colocar su traje tan blanco como la nieve que hacía relucir sus facciones de una manera encantadora, en su cabello al ras de la corona que se le había colocado tenía un adorno de bugambilias; estas flores iban a ser parte de la boda pues estaban incluso en la decoración de lugar.

El golpeteo de la puerta de su alcoba sonó en el lugar por lo que una de las doncellas encargadas de cuidarlo se dirigió a la puerta abriendola para revelar a su padre el cual lo veía con cierta nostalgia en su sonrisa.

-A tu madre le hubiera encantado verte así, antes de partir me contaba que le hubiera gustado verte con sus flores favoritas en el ramo y con una sonrisa tan grande que hasta a ella misma le hubiera dolido las mejillas-

Hablo caminando hacia su hijo con los ojos cristalizados, más sin embargo mantenía la sonrisa orgullosa; extendió su brazo hacia la muñeca de su hijo donde dejó un brazalete con una bella turmalina azul en el centro; Sebastian lo miró encantado sabiendo que era perteneciente a su madre.

-Algo azul, viejo y prestado..era de tu madre.-

-Es bellísimo, siento que ella me acompaña de esta forma..la extraño.-

Habló el príncipe tratando de controlarse.

-Lo se, yo igual la extraño tanto, siempre estará con nosotros Sebastián acompañándonos en cada paso que demos.-

El monarca abrazó a su hijo suavemente por unos segundos, al separarse se limpio una lágrimas furtivas antes de mirar de frente a su descendiente.

-¿Estás listo?-

-Más que listo-

Sebastian tomó el brazo de su padre para ir al gran salón.

Una vez ahí se abrieron las puertas y comenzó a sonar una lira con música tan suave que podría endulzar a cualquiera de los presentes; Espero que fuera su turno de pasar mientras los nervios lo carcomían lentamente.

Fue ahí cuando vio aquellos luceros que con solo mirarlo lograron alejar todas sus preocupaciones, una sonrisa enamorada y casi boba se escapó de sus labios; Rafael lo miró con ternura al ver aquella sonrisilla que le había vuelto loco la primera vez que la vio y hasta aquel punto lograba alterar su cerebro.

Al llegar al altar Sebastian hizo una leve reverencia ante su padre antes de acomodarse al lado de su prometido.

-Siento que en cualquier momento me voy a desmayar..-

Hablo el menor hacia el hombre de mechón blanco.

-Si lo haces me asegurare se atraparte antes de que te golpees-

Despacio tomó una de sus manos para hacerle saber que si necesitaba un soporte él estaría para él.

la ceremonia transcurría con normalidad, Sebastián cada vez se sentía más feliz y estaba seguro de que había hecho una buena elección al elegir al Capitán como su esposo; la hora de los votos comenzó, y el príncipe empezó.

-Yo Sebastián de Luque te acepto a ti Rafael Lange como mi esposo, prometo amarte, respetarte y serte fiel; prometo acompañarte en las noches donde no puedas dormir, ayudarte a superar tus miedos, velar tus sueños cada vez que las pesadillas te atormenten.

Prometo estar para ti como pareja, amigo y compañero; quiero conocer todo de ti y poder ayudarte como tu lo hiciste conmigo; suena ambicioso pero prometo estar junto a ti el resto de mi vida o al menos el tiempo que me permitas prevalecer a tu lado. Por que desde que apareciste en aquellos juegos fuiste una luz de esperanza para mi así que Rafael; déjame ser la persona que puedas amar sin limitaciones hasta que la muerte nos separe.-

culminó su discurso colocando un anillo de oro en el dedo anular de su amado.

-Yo Rafael Lange, prometo serte fiel, amarte y respetarte; déjame ser la persona en la que puedas confiar si necesitas un hombro en el cual llorar, si necesitas desahogarte de cualquier manera ester para ahi por que Sebastian, yo busco que seas feliz, permíteme protegerte y mostrarte las maravillas que tiene para ofrecer este maravilloso mundo.

Permíteme conocerte día con día y enamorarme cada vez más de tu persona, Dejame estar para ti cada que caigas, aunque te prometo que a partir de hoy me asegurare que no vuelvas a caer y de ser necesario caeré contigo.

Te ofrezco mi corazón, hasta que la muerte nos separe..-

Un anillo de oro blanco rodó por el delgado dedo del príncipe el cual tenía los ojos tan brillantes que cellbit podía jurar que parecía tener estrellas en ellos.

Las puertas abriéndose sonaron seguido de unos aplausos lentos, rítmicos casi sarcásticos.

-El capitán promete lealtad cuando lo primero que hizo fue defraudar a su propio pueblo, no es así Cell..bit?-

BugambiliasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora