VII

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-Rafael..Ja que buen chiste cellbit, ¿por que no les cuentas a todos la verdad? sobretodo a tu prometido después de todo esta en su derecho de saberlo,¿no es así?-

Hablo el intruso, un hombre de apariencia extravagante pero desgastada, los cabellos rubios trenzados y telas desgastadas le daban esa apariencia.

-Gatinho..¿Qué es todo esto?-

Habló el príncipe sin comprender el lío que se comenzaba a armar, su padre había ordenado a los guardias detener al nuevo personaje que apareció.

Rafael solo tenía el rostro pálido con los ojos abiertos en gran temor, volteo a ver a su esposo con miedo, su rostro decayó y comenzó a hiperventilar.

-Guapito..mira te lo puedo explicar yo..¿recuerdas que en el árbol de bugambilias te trate de contar de mi pasado? bueno esa persona forma parte de ese pasado pero te juro que e cambiado, por favor confía y no le tomes importancia a sus falacias.-

Cellbit tomó las manos del príncipe pero este solo las alejo temeroso, los gritos del hombre de hebras rubias se hicieron presentes nuevamente.

-¡Cuentales Cellbit! ¿que no les dijiste que te casas solo por el poder?, para derrocar a su estupido reino, son una bola de estirados que buscan llevarse joyas..¡DILES QUE ASESINASTE A LA REINA! que ese principio solo era un peón más..-

La risa cínica del hombre fue callada ante el golpe de uno de uno de los guardias; Sebastian solo atino a mirar a cellbit sin color en su rostro, sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas mientras negaba levemente y se alejaba unos pasos del que sería su marido hast hace solo unos segundos.

-No..Rafael dime que no es eso cierto, por favor dime que no es verdad..yo, yo te conte como fue perderla ¿por que?-

-Sebastian, te ruego que confíes en mí..-

Fue lo único que pudo decir antes de ser arrastrado por los guardias lejos del Príncipe heredero que lo miraba destrozado; El monarca del reino se acercó a su hijo como soporte sin quitar la mirada de asco hacia el Ex capitán del reino.

Le había confiado lo más valioso que el rey poseía, su hijo y Rafael lo único que hizo fue romperlo.

Los murmullos llenaban aquella Sala, su cabeza daba vueltas y juraba que podía escuchar su propio corazón latir desmesurado, sus manos temblaban sin control alguno y sentía que sus piernas en cualquier momento dejarían de funcionar;Sus emociones se habían vuelto un revoltijo, enterarse que la persona que anhelaba pudo haber sido el causante de la muerte de su progenitora le desnivel por completo.

Su miraba solo podía estar en un solo punto, aquellos ojos azules que hacía tan sólo un par de meses le habían cautivado, aquel hombre que le había jurado lealtad, aquel al que le había entregado su corazón estaba de rodillas rodeado de caballeros en guardia apuntando directamente a su cuello esperando cualquier movimiento brusco, más sin embargo aquella mirada que alguna vez había sido penetrante ahora sólo estaba cargada de miedo.

¿miedo a su muerte? Quizá pero en sus adentros, Sebastián anhelaba que fuera miedo a perderlo.

-¿Cuál es su secreto, Alteza?-

Sebastian tenía miedo, no quería perderlo, sabía que cualquier movimiento lo tomarían como una respuesta negativa para asesinar al que era el amor de su vida; estaba enojado, frustrado, triste.. pero no podía dejar de amarlo.

se refiere del lugar sin decir nada.

Al llegar a su alcoba sintió como el mundo se le caía encima ¿por qué? ¿Por qué el destino le había mandado aquel cruel destino?

No lo sabía, sentía como cada vez le faltaba más el aire y su vista se nublaba, poco a poco perdía la conciencia lo último que pudo pensar fue que la persona que había aprendido a amar sería asesinada y quizá era su culpa por no haberle escuchado.

BugambiliasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora