Capitulo 11

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Katsuki estaba pensando que los Todoroki lo trataban con más cuidado de lo que recordaba. Primero, concedieron su pedido —que podía ser visto de caprichoso— de aprender medicina junto con Masato de manera inmediata. Segundo, se estaba quedando con los reyes hasta que estuviera cien por ciento recuperado y le traían el desayuno mayormente a la cama. Tercero, sus clases se volvieron más cortas hasta su recuperación y Yoshino le aseguraba que era por el complejo sobreprotector de Enji sumado a la preocupación de Rei por su bienestar.

En el pasado, si bien estos momentos no sucedieron, puede pensar en una o dos cosas de los Todoroki que hicieron por él que le recordaban a esta protección que estaba viviendo. Ponerle un guardia cuando salía del castillo para ir a la Academia de Magos —aunque siempre lo considero una molestia— llevarle bocadillos a su alcoba cuando no cenaba con ellos —no quería verlos— o dejarle un par de libros al azar en su escritorio. Sí, esas pequeñas cosas no eran nada con lo mimado que lo estaban tratando actualmente, pero le hicieron sentirse mal por no tenerlas más en cuenta en el pasado y quería valorar todo lo que estaba a su alcance.

—Mira, mi pequeño nieto, me prestas atención o te mando al infierno por un portal —lo trajo devuelta a la realidad el demonio que tenía el ceño fruncido mirándole con reproche —Que lo poco que te estoy enseñando te va a hacer útil.

—Eso dices —bufó el cenizo que había estado encimado en sus propios pensamientos unos minutos sin prestar atención a su lección mágica del día — ¿De qué me sirve saber de los demonios si ni siquiera sé a quién me estoy enfrentando?

—Te sirve porque, para empezar, se trata de un demonio —dijo el azabache como si fuera obvio y el menor rodó los ojos con fastidio —Ajá, no me pongas esa expresión. Vamos, dime las características de los demonios que te mencioné antes.

—Son dominantes, saben usar magia oscura de sombras y agua, mayormente no son agresivos pero disfrutan del dolor de otros y les gustan los juegos mentales. No buscan presas, en el mundo demoníaco, el poder se basa en las almas que atraes y a los demonios les sirve más seducir a los humanos que quitarles sus almas a la fuerza para tener ese poder —recito el cenizo esa información —Pero tampoco necesitan ir al mundo humano para eso. Pueden obtenerla naturalmente.

—Correcto. Lo básico que tienes que aprender es que el mundo demoníaco y el mundo celestial se formaron conjuntamente a través de un nexo, que es el mundo humano que nos dió origen —contó el demonio y creo con sus manos la ilusión de una esfera, que representaba el planeta, de color azul y verde junto con dos esferas más pequeñas del lado derecho e izquierda en tonos rojos y celestes —Somos seres independientes de distintos planos que, gracias a las almas humanas, creamos un puente entre nosotros. Los Dioses se alimentan de las creencias y los Demonios de los deseos de los humanos. Nos dividimos las almas  que nos llegan y todos felices.

—Claro que no —protestó el cenizo y vio como la esfera principal pasaba de su color natural a uno rojizo y negro.

—Esta bien, no es todo tan bonito. A los Dioses no les caen bien los Demonios y viceversa. Somos territoriales. Nos importa una mierda qué lugar existió antes, nos creemos dueños de los humanos y todo los que les pertenece —aplastó con su mano la ilusión y le dió al cenizo una leve sonrisa —Peleamos entre nosotros por muchos años, hasta que paso el Derrumbe de Mundos.

Eso sonaba interesante y el cenizo siempre tuvo fascinación por el saber y las historias. Le gustaba en especial la mitología, tanto de Yuei como la de los salvajes en los pocos libros que encontró. Se acomodó mejor en el suelo, sentado con una expresión concentrada que hizo al demonio reírse —estuvo distraído por bastante tiempo— y que le agregara dramatismo a su relato.

—Por lógica, los Demonios y los Dioses no podían estar en la tierra. En ese tiempo, los humanos tenían un ambiente libre de magia, nadie tenía idea de las consecuencias de seres con otros poderes en un plano sensible —explicó el azabache —Pero un demonio llegó, tenía curiosidad por los humanos, no quería causar daño y se instaló por unos años, como su existencia no causó problemas, otros siguieron su ejemplo. Tanto Dioses como Demonios. Pudieron vivir en paz con los humanos, los conflictos seguían y las luchas también. Sin embargo, era un periodo de paz. Hasta que, bueno, lo "perfecto" se derrumbo.

Desde el comienzo  [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora