Capítulo 63

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—No eres Dios, demonio o humano. Una especie mixta nunca antes vista. Tú misma existencia es una amenaza.

Katsuki no sabía qué pasaba. Luego de que aquella nube rojiza se los llevará del infierno fueron arrojados a un lugar blanco y esponjoso. Izuku había dicho que estaban sobre las nubes y lo que supo después de eso fue que alguien llegó hasta ellos, que agarro al pecoso del cuello y que ahora lo ahorcaba delante de sus ojos sin que pudiera moverse para ayudarlo.

No podía hacer nada. Era como cuando estuvo delante de Hakai. Sentía una especie de presión que le impedía moverse. Esa fue toda la prueba que necesito para saber que estaba delante de un Dios, uno que parecía un hombre joven, de cabello rubio y ojos azules como el mar, que usaba una especie de toga blanca que llegaba hasta sus tobillos.

Ese mismo Dios le vio de reojo en lo que seguía ahorcando Izuku que, en vano, intentaba patearlo para que lo soltará.

—Aún así, esperaba que cuando te tuviera delante mío pudiera cambiarlo —dijo el Dios con cierto tono que parecía ser de pena —Parece que ese no es el caso. Ni con mis poderes puedo revertir lo que te hicieron.

Y con esas palabras, la presión de antes abandonó el cuerpo de Katsuki e Izuku fue arrojado al suelo o, más bien, a la nube. Se llevó las manos a la garganta y tosió con fuerza, viendo con cautela hacia el Dios.

— ¿Quieres la Cadena de Plata, no? Ven, te la daré —se dió la vuelta el Dios —Es lo menos que puedo hacer en su situación. Por cierto, mi nombre es Mirio Togata. Soy el Dios del Sol, el primero en estar aquí.

Katsuki puso sus manos en la espalda del pecoso para ayudarlo con su magia a sentirse mejor. Tenía unas marcas moradas en el cuello que poco a poco se estaban borrando y sus manos temblaban levemente, le miro aturdido y confundido.

—Él intento eliminar la magia del Árbol de Sangre, Kacchan —murmuró el de ojos esmeralda.

— ¿Y acaso su puto método para hacerlo fue ahorcate? Es peor que los demonios —gruño el cenizo ayudando al de pecas a pararse —No te separes de mí, Deku. Parece que este es un lugar muy peligroso para ti. Más que el infierno.

El de pecas asintió y siguió al cenizo. Mirio cambiaba por delante de ellos, estaban en un lugar que parecía hecho por las nubes más blancas que hubieran visto en sus vidas y se no le distinguía principio o final. Aparte, no se escuchaba ningún sonido, como si fueran los únicos que estaban ahí.

A Katsuki le desagrado el cielo. Era un lugar tan tranquilo al punto que resultaba deprimente. Faltaban colores llamativos y la sensación que daba era de inconformidad. Hubiera preferido seguir en el infierno aún con todos sus riesgos.

Tenían que recoger el objeto e irse. Antes de que ese lugar le siguiera generando incomodidad y el rubio volviera a atacar a Izuku.

Mirio los llevo hasta lo que parecía una pequeña vitrina, dónde había una cadena plateada esperando, el Dios la tomo con cuidado y se las enseño. Pero antes de dársela, les miró de reojo y les pregunto.

— ¿Saben porque un objeto demoníaco acabo bajo mi custodia?

—No, y no nos interesa —gruño el de ojos rojos.

Izuku le dió un pequeño golpe desde detrás. Estaban en una situación complicada, con un oponente muy poderoso y que el cenizo lo hiciera enojar no les iba a ser de ayuda. Sin embargo, Mirio solo sonrió y se rió.

—Es la primera vez que trato con humanos tan de cerca. Por eso quería hablar un poco más con ustedes —explicó el Dios —Pensé que saber del origen de la cadena los ayudaría. Ese demonio que vino a robarla no creo que sepa de sus poderes.

Desde el comienzo  [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora