Capítulo 2

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Ese día me desperté por unos golpes en la puerta. Estaba a punto de saltar a la parte más profunda de la habitación cuando deslumbre a Carolina en la puerta, era ella quien estaba dando pequeños golpes a esta.

¿Eso era código morse? No, deseché la idea enseguida. Solo eran golpes, no había sonidos largos ni esperas largas. Simplemente estaba tocando la puerta.

En poco tiempo me acostumbre a esa rutina. Carolina tocaba a la puerta todas las "mañanas" (el momento en el que nos traían la primera comida), y yo me escondía al final de la celda por si los lagartos o los amarillos se acercaban a abrir.

Pero ese día fue diferente, la puerta se abrió. Un amarillo imponente ¿miraba? a Carolina, la agarró del brazo bruscamente y se la llevó.

Los minutos se transformaron en horas y las horas se hicieron eternas. Intentaba mantenerme consciente para esperarla. Después de lo que se sintió una eternidad, Carolina volvió, con una cara de miedo y satisfacción. No me contó nada.

Al día siguiente, Sophie y yo nos despertamos, pero Carolina no estaba. ¿Se había ido en mitad de la noche?

Un amarillo entro a darnos la primera comida, y con toda la valentía que pude reunir pregunté.

—¿Dónde está nuestra compañera?

Me miro sin decirme nada, como analizándome.

—Fue... ¿vendida?

—Desechada.

Y con esas palabras salió de la habitación y yo solo me quedé devastada mientras Sophie intentaba consolarme.

Pero no sentía tristeza, no. Sentía rabia, una rabia pura. Quería venganza.


Después de la partida de Carolina. Mi poca libertad, mi poca esperanza había desaparecido por completo.

Mi amiga se había ido, para siempre. Se la habían llevado, otra vez los lagartos se habían llevado a alguien de mi triste vida.

Los odio, los odio con toda mi alma.

Pero al llevársela, parece que estuvieron muy interesados en completar la mercancía de la habitación.

Primero llegó Elora y después Emma, con solo un día de diferencia.

Me importaba tan poco lo que les podía pasar que solo memoricé sus nombres.

Todas las noches antes de dormir, repetía los nombres de Calorina y Soujin, para no olvidarlas.

Pero un mes después. Los amarillos trajeron a una chica castaña, y la dejaron cual muñeco en la última cama.

Sabía que no tenía la culpa, que no era más que una víctima como las demás. Pero yo la odiaba por lo que significaba su llegada.

Estábamos todas. Ya no hay vuelta atrás.

Sea Spell (Saga AIR) [Primer Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora