Capítulo 1: Un extraño sentimiento

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Era una bella noche estrellada de enero; estábamos organizando las preparaciones finales para salir al Tártaro a seguir escalando los pisos finales de la torre. Todos estaban en su habitación, a excepción de mí, que estaba en el vestíbulo con una bebida, viendo la televisión, esperando al resto. Siempre era la primera en terminar de prepararme. Nunca me había puesto a pensar, pero quizás al principio el no tener nada que perder provocaba que me preocupara menos, pero ahora era distinto. Estos meses que había pasado viviendo junto a los demás en el Dormitorio Iwatodai me hicieron cambiar. Ahora tenía una razón para luchar y gente con la que quería pasar más tiempo de mi vida, gente con la que quería divertirme, reír, llorar, enojarme e incluso, también, enamorarme.

Fue entonces cuando ella apareció bajando por las escaleras, una bella chica con cabello rubio y figura delgada, pero había algo diferente en ella, algo que la diferenciaba de cualquier otra chica en el mundo: ella era una androide creada por la compañía Kirijo para exterminar a las sombras que escaparon hace 10 años. Me quedé viendo fijamente a Aigis mientras ella descendía las escaleras. Cuando llegó finalmente al vestíbulo, nuestras miradas se encontraron. Por acto de reflejo, desvié la mirada de nuevo a la televisión. La verdad es que había dejado de prestar atención a la televisión hace tiempo y ni siquiera era el mismo programa que había empezado a ver. ¿Por qué desvié la mirada? Bueno, la respuesta era más simple de lo que parecía. Desde que Aigis decidió luchar a nuestro lado contra Nyx hasta ahora, había empezado a salir más con ella. La había estado ayudando a entender mejor a los humanos y a aprender a ser más como uno. Pero durante este tiempo, Aigis había cambiado mucho, aunque ella aún no lo había notado. Había empezado a ser más expresiva, mostrando más abiertamente sus sentimientos, gestos como una pequeña sonrisa al acariciar a un gato, gestos de sufrimiento en clases de arte, o gestos de preocupación si uno de nosotros era herido en el Tártaro. Si hoy Aigis se hubiera presentado ante mi sin decirme que era un androide quizá solo la hubiera confundido con una chica muy tímida. Las sutiles expresiones que comenzaba a mostrar cada vez que me decía que quería estar a mi lado, que deseaba protegerme de todo mal, comenzaron a sembrar un sentimiento en mí. Todavía no estaba segura de qué sentimiento era ese, pero de lo que, si estaba segura, era de que tarde o temprano lo terminaría averiguando.

Cuando Aigis finalmente llegó a donde yo me encontraba se me quedó viendo fijamente, era algo que solía hacer con frecuencia, no me solía incomodar en el pasado, pero ahora era distinto, su mirada me provocaba un sentimiento que no podía explicar, mi corazón empezaba a acelerarse y empezaba a sentir un aumento de en la temperatura del ambiente, aún ahora, estando cerca de las diez de la noche en enero, sentía que en cualquier momento podría empezar a sudar. Aigis al verme en este estado decide preguntar.

- Kotone, ¿estás bien? Tu cara está roja. - Su cara se acercó aún más a la mía, el sentimiento se hizo mayor y creí por un momento que iba a desmayarme.

- S-sí, estoy bien. ¿Por qué preguntas? – Aigis se acercaba cada vez más a mí. Traté de aparentar tranquilidad para evitar que se acercara aún más.

- Tu cara está roja, podría ser fiebre. Quizá sería mejor no ir al Tártaro esta noche - Ella apoyó su frente contra la mía de inmediato. Sentía cómo mi temperatura corporal aumentaba, aunque no tenía nada que ver con la fiebre.

- En efecto, tu temperatura corporal está algo alta, lo mejor será quedarnos hoy en el dormitorio y dejar la expedición al Tártaro para otra noche. -

- E-espera, estoy bien, ¿ves? Es solo que hace mucho calor esta noche. No te preocupes por la expedición de hoy. Además, apenas nos queda tiempo para terminar de explorar el Tártaro, ¿verdad? No podemos permitirnos faltar ni un solo día.

- Me preocupo mucho por tu salud, pero si dices que estás bien, no puedo ir en contra de nuestra líder. No obstante, estaré a tu lado si tu temperatura sigue aumentando. - Logré ocultar mi vergüenza frente a Aigis por ahora. No obstante, si ella planea estar más cerca de mí en el Tártaro, quizás no sea la mejor idea ir hoy.

Finalmente llegó el resto del equipo al vestíbulo, así que decidimos partir al Tártaro de inmediato.

Kotone & AigisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora