Capítulo 1

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"¡Inútil!" ~ dijo gritando ~ 

- ¡Cállate Carlos!, ¿¡No tienes nada mejor que hacer!?

- De hecho si, pero molestarte es parte de mi rutina.

Me llamo Sebastián Rojas Alvarado, vivo en un orfanato en Magdalena, Lima-Perú; mis padres desaparecieron cuando tenía 7 meses (según los registros de la policía, en un accidente automovilístico, algo que se ha vuelto muy común en la capital).

La madre Francisca dice que me dejaron en la puerta del orfanato "Sonrisas Felices"; ella me acogío, ha sido como mi madre hasta ahora.

En el orfanato no todo es tan malo ¡Tengo 2 amigos! (a nada) ya que no somos muchos en el orfanato; se llaman Alejandro y Humberto. Humberto es el típico chico blanquito (en todos lados tiene que haber uno), y Alejandro es muy noble (a veces demasiado).

¡El jueves es mi cumpleaños! (02/04), la madre Francisca dijo que íbamos a ir a Bembos con Alejandro y Humberto (aunque la madre Juana - madre superiora - dijo que estaba prohibido). Oficialmente tengo 15 años.

Así como tengo amigos, tengo enemigos; especialmente Carlos, es el que nos supervisa y que no me para de decir inútil; también está Sergio, hemos tenido unos cuantos desacuerdos por su consumo de drogas.

Generalmente soy muy tímido (hasta que entro en confianza) especialmente con las chicas, a diferencia de mis amigos, yo nunca he gileado con alguien (aunque tampoco me preocupo por eso).

Llegó el lunes, el peor día de la semana. Estudiábamos en el orfanato (en una habitación que la madre había ambientado para que paresca un salón de clases); llegó una chica nueva, era seria y callada (como la mayoría al llegar aquí), aunque tenía unos hermosos ojos. La observé durante toda la clase y me decidí a hablarle cuando terminara, pero cuando estaba a punto de hablarle, llegó Humberto y le habló. Se quedaron hablando el resto del día (¡No se despegaban ni un segundo!) estaba muy celoso, nunca había visto una chica igual a ella en el orfanato (generalmente llegaban chicos); ella era bastante rebelde, siempre trasnochaba, y su música favorita era el alternativo (¡Como yo!); no podía dejar que se alejara de mi.

Como quisiera tener el valor para ir y hablarle como lo hizo Humberto, pero no soy igual que el, no soy un gilero.

Cada día me gustaba más, a la vez que crecía mi rabia por no poder hablarle.

La verdad es que creo que tengo una clase de obseción con este tipo de temas, ya que, me considero un chico muy enamoradizo (demasiado), me enamoro muy rápido. Pero aunque me cuesta mucho expresar lo que siento ante una chica, no se me hace tan difícil si se trata de expresarlo en un papel; por ejemplo, escribí esto hace unos meses:

"¿Por qué la gente busca la pareja perfecta si nadie es perfecto? Vivo con una máscara, una máscara que es casi imposible de quitar, que me impide ver el mundo como un buen lugar. Y la única forma de quitarme esta máscara es encontrando a alguien perfecto para mi; tengo miedo a vivir sin haber encontrado a quien me quite la máscara. A veces pienso que tendré esta máscara para siempre".

Hasta ahora nadie me ha podido quitar la máscara, pero espero que pronto alguien lo haga.

Hace unos días conocí a un chico cuando salí a caminar, y me invitó a una fiesta mañana. Yo, invité a Almendra, pero cuando estábamos a punto de salir, Humberto y Alejandro me dijeron: "¿Podemos ir?; no saben que irritado estaba en ese momento (¡Era mi oportunidad!, y la arruinaron), no tenía otra opción que decirles que si.

En la fiesta, traté de estar todo el tiempo posible junto a Almendra, pero Humberto siempre encontraba la forma de alejarla de mi (esto me irritaba mucho). Hubo un momento en el que la perdí de vista, y a Humberto también; los busqué desesperadamente por todo el lugar, pero no los encontré. Al único que encontré fue a Alejandro, el me dijo que Almendra y Humberto se habían ido a "caminar", yo no podía estar mas nervioso (la chica de la que estaba enamorado se había ido con mi mejor amigo).

No se me ocurrió mejor idea que llamar a Almendra; cuando respondió (después de 4 llamadas), dijo: "No nos esperen, nosotros vamos más tarde"; no pude estar mas triste, una cosa es que se desaparescan por unos minutos, y otra cosa es que ¡Se desaparescan por horas!

Al final, Alejandro me convenció para irnos (total, que podía hacer yo). Una vez de camino al orfanato, no pude creer lo que veía, ¡Eran Almendra y Humberto besándose, en plena vía pública! mejor dicho "agarrando", estaba destrozado, pero no culpo a Humberto, después de todo ella es una chica muy bonita, y el no sabía que a mi me gustaba Almendra. Ahora tendré que aguantar cada día viéndolos como se besan.



¿Cómo me quito la máscara?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora