Afán de héroe

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- Jeongyeon, despierta -me dijo Wilsa.

- ¿Qué pasa? -contesté adormilada.

- He aparcado un momento para curarte la herida, la tienes bastante mal.

- Me duele muchísimo...

Wilsa comenzó a curarme la herida con gasas e hilo que había en una de las mochilas dentro de la furgoneta.

- Resiste, lo estás haciendo muy bien.

- Aaaaarg, para, para.

- Ya está... -dijo Wilsa cortando el hilo. - Es una chapuzada lo que te he hecho, yo no sé nada de medicina.

- Cuando tenga fuerzas me la desinfectaré mejor, mientras no se ponga morada estará bien... ¿Y ahora qué?

- ¿Cómo que ''y ahora qué''? -me preguntó extrañada.

- Que adónde vamos a ir, qué vamos a hacer...

- Por el momento buscar algún sitio donde poder refugiarnos y alejar lo que más podamos la furgoneta de nosotras.

- Sí... No me extrañaría nada que los cabrones de los micras hayan puesto un localizador a la furgoneta... -le dije incorporándome lentamente. - ¿Por qué no regresamos a la cabaña? Pasamos ahí un tiempo hasta que se me cure la herida y después ya veremos...

- Ni pensarlo, la cabaña estaba demasiado cerca de la gasolinera y puede que los micras vuelvan allí para registrar la zona.

- Entonces, ¿qué hacemos?

- Por el momento yo conducir, y tú revisa todo lo que haya dentro de las mochilas -me dijo cerrando el maletero de la furgoneta.

Comencé a abrir las bolsas. La primera que abrí contenía mis armas. En una mochila negra y estrecha había más armas: pistolas de 9mm; y un set para limpiar las armas. Seguí abriendo mochilas: ropa, cd's, auriculares, un mp3... Hasta que vi un libro rojo que me llamó la atención, lo cogí y comencé a leerlo:

Diario de Jihyo.

''[...] Sigo encerrada en el supermercado... Cada vez estamos menos, perdimos a un grupo que fue a buscar provisiones, y eso sin contar lo de Mark. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué esta pasando, qué ha hecho mal la humanidad? Supongo que habrá sido todo eso que los políticos intentan ocultar. Esto es de locos... [...]''

''[...] Cada vez  tengo menos esperanza. Me estoy quedando sola, sola... [...]''

- Blah, blah, blah, solo pone tonterías -dije rebuscando en el diario.

- ¿Qué dices, Jeongyeon?

- Nada, nada, sigue conduciendo.

''[...] Cómo me jode saber que hay alguien a mi altura, esa maldita estúpida... Hay que reconocer que tiene un corazón de acero y que sus ganas de vivir se huelen a kilómetros, ¿pero cómo, cómo se puede querer vivir en un mundo de crueldad y muerte? ¿Y yo por qué sigo viva? Creo que debería suicidarme... Una bala en la cabeza y, PUM, todo acabaría, pero hay algo en mí que me dice que antes tengo que acabar con ella... [...]''

'' [...] Hoy por fin me deshice de ella, estuve apunto de volarle la cabeza pero no pude, no pude. Esas ganas de luchar que tiene te hacen rendirte a sus pies, es la típica chica que todos odiarían en una película de terror... [...]''

''[...] ¡Por fin encontré mi sitio! Los micras supieron reconocer a una buena mujer, aunque hay que decir que faltó poco para que me matasen... Una de las del gobierno de los micras me recordó mucho a esa maldita estúpida...  Tenía su misma mirada y su misma voz, pero sería imposible que semejante tía pueda ser familia de un parásito como Jeongyeon... [...]''

- ¡ESTÁ VIVA! ¡LO ESTÁ! -grité emocionada.

- ¿Quién? ¿Qué dices? -preguntó Wilsa asombrada.

- Mi hermana, está viva, está bien... Lo pone aquí, Jihyo la ha visto, ella y entonces y yo y entonces vamos y no y yo y...

- ¡Para, para, para! Estás liando palabras y ni siquiera te entiendo.

Le leí todo lo que había leído hasta el momento y continué la lectura:

'[...] El gobierno está pensando en mudarse de sitio: coger a todos e irnos, cada vez hay más secuestrados y estamos desbordados... Dentro de nada haremos expediciones para buscar sitio. [...]''

'[...] Se rumorea un viaje a Daegu... Llegó información de que el cuartel de la policía nacional está totalmente intacto, sin un rasguño, es decir, ¡HAY ARMAS Y MUNICIONES PARA MATAR DOCENAS Y DOCENAS DE ESOS CAMINANTES!, qué feliz me hizo la noticia. Solo hay un problema, un gran problema... Está rodeado por campamentos de civiles y militares por todos lados... [...]'

- Daegu está cerca... -dije.

- No, no, no, no y ¡NO! No empieces a liarme y a convencerme para que vayamos allí -contestó Wilsa.

- Son miles y miles de armas y seguro que habrá medicinas para dar y regalar.

- Para ir a Daegu tenemos que coger sí o sí la autopista, sería la muerte segura.

- Si vamos en coche sí, pero ¿y si vamos andando?

- ¿Andando? ¿Estás loca? ¡Serían semanas andando!

- No. Escucha Wilsa, podríamos coger coches que encontrásemos y hacer el camino más corto. Tenemos que ir allí, no sabemos cuando escribió Jihyo esto, puede que incluso ya no haya campamentos de militares.

- No me convencerás -dijo muy decidida.

Yo estaba segura de que tenía que ir allí, pero también tenía que volver al campamento que tenían los micras porque mi hermana seguía viva y deseaba hablar con ella y sacarla de allí.

Wilsa pensó que lo mejor que podíamos hacer era seguir a pie y coger todo lo que había de valor en la furgoneta. La herida me estaba empezando a sangrar de nuevo y notaba que tenía algo de fiebre así que le metí prisa a Wilsa para que encontrase algún lugar donde pasar la noche.

Llegamos al centro de Seúl sin darnos cuenta. Todo estaba apagado, sin vida... Entramos a un bloque de pisos que parecía estar en buen estado y sin inquilinos dentro.

- Debemos buscar algún piso abierto -dijo Wilsa.

- Elige uno -le contesté.

- ¿Cómo que elija uno?

- Mi padre me enseñó a abrir cerraduras.

- Y parecía tonta la niña -dijo riéndose - ¿Qué tal el ático?

- Genial, sube tú primera.

Empezamos a subir escaleras y cada vez tenía más miedo. Las paredes estaban llenas de sangre, sillas rotas en el suelo, goteras y luces parpadeando...

Una mala pisada hizo que me cayese al suelo y el ruido atrajo a zombis. Gemidos de zombis empezaron a sonar. Los zombis comenzaron a bajar escaleras.

- Mierda, mierda, mierda, ¡baja, corre! -gritó Wilsa.

- ¿Cuántos hay? ¡Vamos a cargárnolos! -dije platándome con mi revólver en la escalera.

Empecé a disparar a cada cuerpo que veía moverse, Wilsa también disparaba detrás de mí. Los zombis no paraban de bajar, cada vez eran más y mi afán de hacerme la héroe me estaba costando caro.

- ¡AYUDAA! -gritó Wilsa.

Me di la vuelta y vi como los zombis estaban viniendo por detrás. Uno de ellos había cogido a Wilsa, no dudé en dispararle en el cráneo. Las balas se me estaban acabando y estábamos rodeadas por zombis, no teníamos escapatoria.

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Apocalipsis final | 2YEON adaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora