ERA MÍA, SOLO MÍA
Alex
Margaret acababa de entregarse a mi en cuerpo y alma, ahora me pertenecía nadie la tocaría, sería mía y de nadie más, me encantaban sus curvas, esos ojos color café que podía traspasar el alma, no se qué era lo que sentía por ella, yo no quería tener ninguna relación con nadie, a pesar que llevaba meses soltero, quería seguir así, pero con ella era totalmente distinto.
Tampoco quería encariñarme con ella, yo tenía otros planes, y lastimosamente no la involucraban.
Después de cogernos como locos, caímos exhaustos, nos quedamos así desnudos y abrazados, dormimos uno pegado al otro casi que pasamos toda la madrugada así , se sentía como si ya lo fueramos hecho antes. Como si ya estuvieramos acostumbrado a esto, y la verdad que era la primera vez que estaba con ella, debo admitir que desde que nos vimos solos por primera vez quería cogerla en cada rincón, me la imaginaba arrodillada frente a mi, haciendo lo que a mi me diera la gana.
Siento como Margaret se levanta de la cama, y se empieza arreglar, yo aún tenía sueño, así que me quedé en la cama y me quedé dormido
Al rato siento que Margaret me llama
—Alex, levántate ya el desayuno está listo
Me muevo y me arropo la cara, caí en cuenta que margaret se levantó primero que yo, y que me vio dormido, no me gustaba que nadie me viera dormido, y el simple hecho de pensar que ella era la primera que me veía así, me sentía raro, siempre que había estado con mujeres generalmente yo era el que levantaba primero.
Me doy la vuelta y Margaret me empieza a besar la espalda ¡Que rico se sentía eso!
— Ey Alex, levántate
— Margaret, aún tengo mucho sueño
— Te hice unas empanadas, y se te pondran frías, así que ven, levántate
Dure un ratito más en la cama y me levanté a lavarme la cara, me senté junto a ella a comer
—Ey Margaret, que rica te quedaron las empanadas
Margaret pone cara de niña feliz, Diosss ella era muy mona, era tan cuchi
—Gracias Alex
Comimos y vamos a casa de Emmanuel, un amigo de Eli y de margaret, ahí se encontraba Eli haciendo unas cosas de la universidad, y como estábamos aburridos, decidimos ir para allá un rato.
Llegamos a casa de Emmanuel, y ahí habían varios chicos reunidos
Margaret, entra y los saluda a todos, yo como solo conocía a Eli, y a Emmanuel solo lo había visto, nunca había tratado con el, me senté en una sillabtenía mucho sueño aún, y un poco de resaca por la noche anterior.
Noté que había una chica que apenas me vio, empezó como a tratar de sobre salir, pero como yo tenía mucho sueño me acosté en las piernas de margaret, y ella me hacía piojitos.
Si, me gustaba mucho que me agarraran el cabello, mientras estaba acostado en sus piernas no paraba de imaginarme lo de la noche anterior, Margaret arrodillada frente a mi, completamente a mi disposición, deje esos pensamientos atrás, porque si seguía así, no iba a poder caminar después.
—Ey Alex ¿Conoces a esa chica que está allá?
— ¿Cual?
— La que está hablando con Eli, ella es su amiga ¿La conoces?
—No, no la he visto ¿Por que?
Margaret se encoge de hombros
— no, por nada, solo pregunto
Pasaron como 2 horas y yo me tenía que ir a mi casa, nos despedimos de todos y margaret y yo, nos vamos a su casa.
— Margaret, ya me tengo que ir, nos vemos luego.
—Esta bien, déjame y llamo a Leonel, mi chófer de confianza para que te lleve a tu casa
— No tranquila, no te preocupes
— Lo siento, ya es tarde, ya le mandé un mensaje y me dijo que ya venía
—¿Que voy hacer contigo Margaret?
— Podrías repetir lo de anoche —Me guiña un ojo
— De eso no tengas dudas.
—Ya Leonel está afuera, ven te acompaño
Vamos saliendo y ahí estaba el señor Leonel esperándome para llevarme a mi casa, pero note que el se le quedaba viendo de una forma indecente a Margaret.
Así que cuando me voy a despedir, agarro a margaret de la cintura pegandola a mi cuerpo, y estampando sus labios contra los míos, con un beso muy apasionado, abro los ojos y el señor Leonel me está mirando con los ojos abiertos, así que aprovecho y le agarro las nalgas a Margaret, y me despegó de ella dejándole un beso en la frente
—Hasta luego preciosa, nos vemos pronto.
El pecho de margaret subía y bajaba muy rápidamente, sabia lo que mis besos provocaban en ella, y ella obviamente sabía lo que sus besos provocaban en mi, podía verlo en mi entre pierna.
Margaret me dio un vistazo y sus mejillas se sonrojaron
—Hasta luego Alex
Dicho esto, me monto en el carro y me marcho a la casa.
En unas hora logro llegar a mi casa, me doy una ducha y me voy a entrenar boxeo.
El boxeo se convirtió en mi refugio, ya que podría drenar toda la rabia que tenía acumulada desde pequeño, mi padre biológico era un alcohólico y le pegaba a mi mamá, yo no podía hacer nada porque estaba muy pequeño, Siempre veía a mi mamá llorar y aguantarse todo sola, mi hermana Alexandra tenía la misma edad que yo porque éramos gemelos
Un día mi padre intentó pegarle a mi hermana, juro que con tan solo 6 años me metí a defenderla obviamente no había mucho que yo pudiera hacer, mi padre era alto, y muy corpulento, yo solo tenía y años de edad, pero no podía seguir permitiendo que mi padre abusara así de mi hermana, ella era muy pequeña y mi mamá ese día no estaba en mi casa, había salido a trabajar.
Como pude agarre a mi hermana del brazo y salimos corriendo a casa de un vecino, ahí esperamos a mi mamá y cuando ella llegó, nos abrazó fuertemente y prometió que todo acabaría, por fin mi madre denunció a mi papá y le colocaron una orden de alejamiento, gracias a Dios los días de tormenta terminaron, a los años mi madre conoció a un hombre maravilloso que hoy en día puedo llamarlo Papá, Raúl un hombre de alta estatura, ojos oscuros, corpulento y de barba, siempre nos dio ese amor paternal que nos hacía falta a mi hermana y a mi, como fui criado por un hombre que no fue mi papá, adopte sus comportamientos, comportamientos positivos a mi vida, me enseñó el boxeo, y eso me ayudó mucho a drenar todos los sentimientos.
Raúl era un hombre muy amigable y solidario, pero muy posesivo en sus cosas, sus cosas eran suyas, adoraba a mi mamá de una forma inimaginable, la defendía a capa y espada, eso me enseñó hacer así, posesivo en mis cosas, celoso de lo mío, lo mío era muy mío, y nadie que no fuera yo, tenía derecho sobre ello.