Prólogo.

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Pese a la oscuridad de la noche que invadía la habitación 一 el profundo silencio que indicaba que el mundo dormía 一 los ojos de Lisa estaban muy abiertos. La pelinegra no paraba de moverse sobre la cama, inquieta; todo un contraste con su novia, que dormía plácidamente a su lado, y el único movimiento que hacía era el lento subir y bajar de su pecho.

Fue por ella que Lisa reprimió sus gemidos de frustración al sentir como se le hinchaba la polla. Su único consuelo era el hecho de que tendría a Jennie para ella sola toda la mañana, ya que solo tenían clases por la tarde. Pero ahora eran las dos o las tres de la madrugada. Soltó un suspiro.

¿Qué haría con su erección hasta el amanecer?

La respuesta ya la sabía; se miró la mano, frustrada.

Joder.

Debido a su gran apetito sexual, masturbarse nunca había sido suficiente, ¿pero después de saborear el paraíso por primera vez con Jennie? Ahora le parecía una burla. Pero no podía despertar a su novia sólo porque estaba cachonda.

Bueno, técnicamente sí, ya que Jennie siempre había sido tan comprensiva; sus palabras de hacía dos años aún estaban frescas en su mente.

─Solo dime cuando sucede. Cuando sea, no me importa. Quiero ayudarte.

Pero una cosa era pedirle a su guapa novia que la ayudara con su ─problema─ cuando se limitaba a escuchar música o a hacer las tareas domésticas, y otra cuando en realidad estaba durmiendo. Lisa no tenía valor para hacerlo. Lo único que podía ayudarla ahora mismo eran sus manos y la hermosa figura de Jennie tumbada a su lado.

No necesitaba más para dejar volar su imaginación. Era demasiado fácil perderse en los recuerdos, embriagada por el fantasma del tacto de su novia, de su voz dulce como la miel seduciéndola entre gemidos y quejidos mientras se perdía en el sabor de su coño, conduciéndola con el volumen de su voz o la forma en que se quebraba. Casi podía oír sus elogios, llamándola buena chica, o sentir sus dedos tirándole del pelo, para que sus labios se quedaran justo ahí, contra su clítoris, y chuparan hasta que su cuerpo temblara en un orgasmo.

A Lisa se le hizo la boca agua ante sus sucios pensamientos. Abrió los ojos y tuvo que contener un gemido cuando su mirada se posó automáticamente en los pequeños pantalones cortos que Jennie llevaba como pijama, la fina tela la tentaba con un atisbo de las bragas blancas que le abrazaban el coño tan bien, mostrando el contorno de sus carnosos labios vaginales. Tenía tantas ganas de besarlos. Apartar la tela y perderse en el sabor de su novia.

Su polla ya estaba completamente dura y se la acariciaba con la mano cerrada en un puño, tratando de imitar la estrechez del agujero de Jennie, pero ni siquiera se acercaba. La tibieza de sus paredes que envolvían su polla, el deslizamiento que la recubría y los deliciosos espasmos que sentía cada vez que empujaba en su interior era algo que no se podía simular.

Se mordió el labio para no soltar un gemido, tanto de frustración como de placer.

Sus ojos subieron hasta el rostro dormido, e incluso entonces Lisa no fue capaz de comprender cómo demonios Jennie podía ser tan hermosa, incluso así, con sus facciones relajadas y el pelo despeinado. Conseguía parecer tan atractiva incluso inconsciente.

Sus labios entreabiertos eran como una invitación a besarla hasta que se hincharon de tanto morderlos, brillantes por la saliva de Lisa. La más joven apartó la mirada ante la imposibilidad de contenerse de despertarla así. Pero bajar por aquellas curvas no era mejor opción; sus pezones hinchados sobresalían bajo la camiseta, como si la forma de sus tetas no fuera suficiente tentación. Mierda, tenía tantas ganas de chupárselos.

─¿No tienes una fijación oral? ─ Jennie había bromeado una noche entre besos, y Lisa lo había negado. Cada parte del cuerpo de la castaña era completamente besable, adictiva, como la miel derramándose en sus labios.

─Te necesito...─ Su voz salió en un suave gemido, con los ojos vidriosos mirando a su novia dormida. El sonido húmedo de su mano acariciando su pene se hizo más frenético, el semen y su propia saliva lo hacían más resbaladizo.

La pelinegra jadeó contra la almohada, cerrando los ojos, imaginando que estaba encima de Jennie, follándosela en lo más profundo de su sueño. Introduciéndose en su cuerpo una y otra vez, haciéndola rebotar con cada empujón, y el rostro de Jennie completamente impasible, ajena a la polla que tenía dentro, estirándole el apretado coño.

Gimoteos suaves y ruiditos que no pudo contener llenaron la habitación, y Lisa hizo todo lo posible para no embestir con sus caderas contra la cama y moler su polla contra el colchón, sabiendo que el mueble no tardaría en crujir. Sólo pudo apretar su pene y rodear con la mano la sensible cabecita, casi lloriqueando al sentirse más cerca, añorando la tibieza del coño de su novia, su cuerpo contra ella, sus dulces gemidos acariciándole los oídos.

Se corrió con un gemido ahogado, con el abdomen tenso, manchado por los chorros de semen que salían a borbotones de su polla.

Después, lo único que llenó la habitación fue su respiración agitada.

Una vez calmada, se limpió con un pañuelo de papel y el sueño se apoderó enseguida de su cuerpo. Esperaba que su eyaculación fuera suficiente para poder dormir hasta la mañana siguiente.

NIGHTTIME - JENLISA ┃ G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora