「capítulo nueve」

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Sentimientos aclarados.

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Lim Jooin no dejaba de sisear toda clase de improperios mientras se sujetaba el tobillo con gesto de dolor. Sus malditas botas decidieron contribuir a esa disparatada carrera hundiéndose en un agujero del pavimento y lanzarlo al suelo. Dos mujeres mayores, que habían visto su accidente, se habían apresurado a auxiliarlo, pero le dolía demasiado incluso para articular una palabra coherente.

¿Qué diablo se le había metido en el cuerpo para escapar de esa manera? Tonto, tonto, tonto y mil veces tonto.

— ¿Estás bien, chico? ¿Quieres que pidamos una ambulancia? Ay, Emiko, ¿has traído el teléfono ese pequeñito contigo?

Luchó con las lágrimas que le picaban ya tras los ojos y sacudió la cabeza.

—No... no se preocupen... estoy bien... —respondió entre dientes, aguantando el dolor que no dejaba de atravesarle el tobillo—. Ha sido una caída estúpida... creo... creo que solo es una torcedura.

— ¡Jooin-ssi!

Su voz llegó acompañada del sonido de apresurados pasos, se giró, al mismo tiempo que las dos atentas mujeres para ver a Caín, deteniéndose junto a Lim Jooin tan fresco como una lechuga, mientras a él la sofocante carrera casi le hace soltar los pulmones por la boca.

—Jooin-ssi, de todas las estupideces que llevas cometidas desde que te conozco, esta se lleva la palma —rumió él, agachándose a su lado. Sus ojos esmeraldas lo examinaron de los pies a la cabeza—. ¿Estás bien? ¿Qué te duele?

Apretó los labios, luchando con las lágrimas y sacudió la cabeza. No quería hablar, no quería decir una sola palabra, pues sabía que en el momento en que abriese la boca, saldría todo.

—Ay, parece que el niño se ha torcido el tobillo —comentó la tal Emiko—. Debería ir al médico a que le miren esa pierna.

—Es esta maldita calle, está llena de agujeros —chasqueó la otra mujer, señalando el lugar—. Si le pasa a una persona joven, que no podría pasarnos a nosotras. Mínimo, rompernos la cadera.

Caín se giró a la mujer y le dedicó una amable sonrisa.

—Tienes usted toda la razón —aseguró. Entonces se giró de nuevo hacia Lim Jooin y lo levantó en brazos sin esfuerzo—. Les agradezco mucho su ayuda, señoras, no quiero pensar que le habría pasado a mi compañero si no llega a tener quien lo socorriera.

Emiko no tardó en hinchar el pecho y cloquear como una gallina, halagada por el tono masculino.

—No deberías bajar corriendo la calle —comentó entonces, dirigiéndose a Lim Jooin—. Podrías haberte roto algo, cariñito.

The Alpha's Lover ˗ˏ「CaJoo」✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora