V

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—Sabes Bec, siempre creí que mi color favorito era el negro—. Dijo Freen, jugando distraídamente con su lápiz.

—¿Uh?—. La mencionada miró a la tailandesa confundida, confundida por el tema que tocó.

Ambas estaban estudiando, las pruebas de bloque estaban cerca y Freen tenía problemas en álgebra. Así que ella se ofreció a ayudarla, por lo que debería estar prestando atención a la ecuación que estaban trabajando.

—Pero creo que es el dorado—. Continúo Freen, mirando directamente a la contraria.

—Sarocha, estamos estudiando—. Rebecca frunció el ceño levemente, ignorando el pequeño rubor que empezó en su rostro por la intensa mirada de la tailandesa.

—¿Sabes por qué?—. Chankimha sonrío suavemente, apoyando su mejilla contra la mesa.

—No, pero deberías prestar atención a la hoja—. La castaña entrecerró los ojos, ignorando la mirada cariñosa en esos ojos achocolatados.

—Porque así son tus ojos, de un bello color ámbar, que reflejados al sol dan el dorado más puro que jamás vi—. Freen no pudo evitar su propio sonrojo, el cual asomó levemente.

Becky intento con todas sus fuerzas no sonrojarse, fallando miserablemente. Sintiendo como su rostro empezó a arder, queriendo esconderse en el momento.

Sarocha sonrío alegre al ver como su cometido fue logrado, contemplando el sonrojo brillante de la muchacha. Algo que resaltaba en su piel blanca, una vista que le encantaba.

El rojo tampoco estaba mal, nada mal.

—¿Qué te parece si retomamos álgebra?—. Murmuro Armstrong, rogando interiormente para que su rubor bajara.

La más alta tarareo de acuerdo, volviendo a mirar la hoja y escuchando las explicaciones de la contraria. Aunque siguió dando pequeños vistazos a esta, sonriendo al ver que el rubor permaneció, leve. Pero permaneció, un gran logro.

Lo hizo.

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Sarocha respiró profundamente, antes de acercarse a la estantería en donde Becky buscaba un libro. Decidida a hacer otro movimiento en la fase dos, el último fue efectivo.

Este también lo sería.

Con el pensamiento positivo, Freen coloco un banco a lado de la estantería. Sentándose en él, sacando un cuaderno y poniéndose a dibujar. Todo prestando suma atención a la joven Armstrong, dándole varios vistazos.

Becky se dio cuenta de esto de inmediato, al principio decidió no preguntar. Aun buscando el libro que necesitaba para lenguaje, al encontrarlo se dio la vuelta para ver a la pelinegra.

Se preguntó que estaba escribiendo, parecía darle mucha atención. Lo que despertó su curiosidad, haciendo que se acerque a ella.

—¿Qué haces?—. Preguntó, haciendo que una pequeña sonrisa saliera de Freen.

—Dibujo un mapa—. Respondió confiada, levantando la mirada para ver la confusión en el rostro de Becky.

—Pero... eso parece un acercamiento de mis ojos—

—Correcto, es que siempre me pierdo en tu mirada—

La única respuesta que tuvo fue un rubor floreciendo en la inglesa, satisfaciendo a Freen. Ella estaba en lo correcto, esta fase era mucho más sencilla.

Y el resultado era gratificante, muy gratificante.

Becky no sabía a que estaba jugando Freen.

Coquetear ||Freenbecky||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora