XIV

1.7K 155 0
                                    

Primera cosa que Freen notó entre más besaba el cuello de Becky, la Armstrong más joven era muy sensible en cuanto se trataba de su cuello.

Se estremecía con cada besito, ocasionalmente soltando un pequeño jadeo o chillido. Todo mientras un profundo sonrojo invadía todo su rostro, haciéndola lucir simplemente linda.

Probablemente este se convirtió en uno de sus lugares favoritos para besar a Becky, luego de sus labios y mejillas. No creía que nada superara la dulzura que tenían sus labios, o la textura suave de sus mejillas.

—¡Sarocha!—. Jadeó Becky, cuando la mencionada decidió cambiar torpemente los besos por pequeños chupones y mordiscos. La sensación que dejaba en su piel cuando la succionaba o mordía, era extrañamente agradable, como picores que se esparcían por el resto de su cuerpo.

—¿Estás bien?—. Murmuró la más alta, preocupada de haber llevado algo demasiado lejos. Dejando espacio para que la contraria pudiera calmarse.

—Si, uh... se siente bien—. Rebecca sonaba avergonzada, prefiriendo limitarse a jalar el cabello de Freen para hundirla de nuevo entre su cuello. Ganando una sonrisa de suficiencia por parte de la misma, quien no dudo en reanudar su tarea.

Animada por las palabras de la castaña, Freen se aventuró un poco más. Deslizando sus manos por el torso de Becky, sujetándola con fuerza para levantarla y colocarla sobre sí misma. Asegurándose de volver a unir su boca con la piel de la menor de inmediato, ahora acercándola más por medio del abrazo que mantuvo en su cintura.

—¿Te gusta?—. Preguntó Freen, dejando un rastro de besos desde la clavícula hasta los labios de Rebecca, donde se demoró unos segundos más. Suponiendo la respuesta a su pregunta, cuando la Armstrong siguió torpemente el pequeño beso, quedando con sus labios entreabiertos al separarse.

—Mmh—. Tarareó de manera afirmativa Becky, no confiando en que pudiese hablar sin tartamudear. Sobre todo cuando un chupón particularmente fuerte se dejó en su cuello.

Freen devolvió el tarareo, feliz que poder continuar con su pequeño experimento. Que constaba en su mayoría en ver que como avanzaban sus besos.

.

.

.

Al Heng llegar a casa (luego de detención) notó de inmediato que Freen ya estaba ahí. Y probablemente su novia también, a juzgar por los dos abrigos en la entrada.

Eso era bueno, Rebecca era amable con él, y siempre conseguía postre cuando ella estaba ahí. Además podría pedirles que lo acompañen mientras almuerza. No era agradable comer solo, sobre todo si la causa era haberse quedado una hora luego de clases porque "jugar con fuego era peligroso"

Maldita detención.

Ni siquiera había sido su culpa el incendio en los arbustos, el solo trajo el encendedor. Y bueno tal vez fue el que dio la idea de la fogata, y tal vez, solo tal vez... fue el que prendió la primera ramita.

¡Pero todo lo demás no fue su culpa!

—¡Sarocha!, ¡ya llegué!—. Como sea, mejor iba a buscar a Freen. Entre más rápido la encontraba, más rápido podía empezar a comer.

—Sar, hey—. Al llegar al cuarto de la tailandesa, escuchó un chillido junto a una risa ronca proveniente del interior. Pudo ubicar la risa como Freen, y supuso que el chillido fue de Rebecca, pero no entendió porque ambas hicieron esos ruidos. —¿Sar?—

Al intentar abrir la puerta, esta tenía puesta seguro.

—¿Freen?, ¿está Becky contigo?—. Preguntó el niño, alertando de sus presencias a las dos adolescentes en el cuarto. Escuchando un estruendo, como si alguien cayera y se volviera a levantar.

—¡Heng!, ¡ya llegaste!—. El mencionado decidió ignorar el obvio nerviosismo de su hermana cuando le abrió la puerta, al igual que el desastre que era su cabello.

—Sí, ¿Rebecca está bien?—. Estaba confundido por el estado de la castaña, considerando que parecía estarse ocultando en el piso.

—¡Si!, es decir, si—. Freen rió nerviosa, tomando a su hermanito por los hombros y llevándolo al pasillo. —Esta bien, solo necesita arreglarse un poco—

—¿Bueno?—

Coquetear ||Freenbecky||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora