Rosas blancas 13

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Después de haber acordado los detalles para el mini proyecto entre Hana y Marínate, los tres amigos pasaron el tiempo charlando de manera relajada. Incluso Marínate pudo mantener una conversación civil con Adrián sin tartamudear. El día transcurrió tranquilo, y finalmente, las clases terminaron.

Hana comenzó a recoger sus cosas, preparándose para ir directamente a casa, donde había acordado con su madre que le ayudaría en el jardín. Sin embargo, al salir de la escuela, se encontró con Adrián en la entrada. Hana inclinó ligeramente la cabeza y le preguntó: "Pensé que te habías ido".

Adrián le miró, luego dramáticamente colocó una mano sobre su pecho y la otra sobre su cabeza, diciendo: "Ni un minuto me ves y ya quieres votarme, pensé que teníamos algo". Hizo un gesto exagerado de dolor. Hana no pudo evitar reír ante la actuación de Adrián. 

Adrián le miró con una sonrisa, contento de haberle sacado una risa. "Tenía prácticas hoy, pero el profesor aún no ha llegado", explicó. Hana le miró y asintió, recordando que Adrián le había contado que estaba tomando prácticas de esgrima.

"Ohhh, ¿y vas a esperar por él?", preguntó Hana, alzando la vista para poder mirar a los ojos de Adrián. Su curiosidad y amabilidad eran evidentes en su expresión mientras conversaban.

"Hmm, no sé, ¿qué vas a hacer ahora?" preguntó Adrián a Hana.

"Le prometí a mamá que le ayudaría con el jardín, pero primero tengo que comprar las semillas", respondió Hana con una sonrisa.

Adrián pensó por un momento y luego le sonrió con la esperanza de que Hana aceptara su sugerencia. "Bueno, usualmente las prácticas duran hasta más tarde... así que, ¿por qué no te acompaño?" preguntó, mirándole con ojos de cachorro. Hana le miró y sintió su corazón latir por la ternura de Adrián.

"Por mí está bien, pero ¿tu papá te daría permiso?" preguntó Hana, preocupado por la autorización de Adrián. 

"Bueno, si él no lo sabe, estará bien", dijo Adrián con una sonrisa despreocupada. Hana le miró un poco incómodo, preocupado de que Adrián pudiera meterse en problemas. Adrián comprendió la mirada de Hana y le devolvió una sonrisa tranquilizadora. Hana suspiró y  sonrió.

"Está bien, puedes acompañarme, pero para nuestra próxima salida, tendrás que pedirle permiso a tu papá", le dijo Hana mientras comenzaba a bajar las escaleras.

Adrián brilló de entusiasmo y siguió a Hana. En el camino, Adrián le hablaba de algunas floristerías que había visto, y ambos disfrutaban de la conversación mientras avanzaban juntos hacia las floristerías. 

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