II: infancia

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— Puedo jurar por mi hermano y por mi familia que lo vi, Hyuka. No estoy jugando — dijo Beomgyu a su amigo a la mañana siguiente. 

— No jodas, Beomgyu. Lo que dices no tiene sentido. Tú y yo bien sabemos que no se pueden domar ni montar a los dragones, son bestias sin control.

Ambos estaban teniendo una conversación en el dormitorio del rubio, al día siguiente de la fecha en donde los dragones saquearon Zyralan y en donde Beomgyu había tenido su encuentro con el furia nocturna y el misterioso jinete de dragones.

— Lo que debiste haber visto fue un civil siendo secuestrado por el dragón, para luego comérselo seguramente — dijo con cierta impotencia Kai.

— No, porque de haber sido así, el civil estaría en las garras del dragón, gritando y suplicando por ayuda. En cambio, esa persona lo estaba montando con total tranquilidad como si el furia nocturna fuera, no sé, un caballo. Además, los dragones nunca se llevan gente, solo cerdos, vacas u ovejas.

— No. Son capaces de llevarse gente también, en especial ese puto furia nocturna — Kai dijo con algo de rabia, apretando sus puños con furia.

— Eh, Hyuka... — empezó el castaño, notando el comportamiento de su amigo. Beomgyu sabía que, si su amigo apretaba los puños de esa manera, algo lo estaba molestando — ¿Hay algo que quieras contarme?

Kai suspiró.

— Supongo que sí. Es que esto que me estás contando... me recuerda a algo que me pasó en la niñez. La principal razón por la cual me convertí en cazador de dragones, de hecho.

— Soy todo oídos — sonrió con calidez Beomgyu, sentándose a su lado en la cama.

Kai miró por la ventana que había en aquel cuarto con inseguridad, pero finalmente comenzó a hablar. 

— Cuando era niño, conocí a otro chico un poco mayor que yo, el cual era realmente amable y divertido, pero sostenía una idea equivocada. Él pensaba que si nosotros no atacábamos a los dragones y compartíamos nuestra comida, ellos tampoco nos iban a atacar a nosotros. En resumen, pensaba que había que aprender a convivir. Estaba tan convencido de eso, que por un momento me lo hizo creer a mí también. Sin embargo, en un saqueo, el orfanato en donde él vivía fue quemado en llamas. Nadie murió quemado aquel día, excepto él. Yo vi con mis propios ojos cómo el furia nocturna de mierda quemaba el hogar de ese chico, y se lo llevaba volando. Aún recuerdo sus gritos... — Beomgyu vio como los ojos del rubio se ponían llorosos — Era muy joven y bueno para morir así, devorado por las criaturas que él pensaba con tanta seguridad que eran de confianza.

El castaño no pudo decir ni hacer nada más que abrazar a su amigo. Él claramente no sabía nada de esto. Al conocerlo, Beomgyu simplemente pensó que Hueningkai se quería convertir en cazador para conquistar a muchas chicas y chicos y para sentirse y verse "cool". Qué equivocado que estaba.

— Él... ¿Era muy amigo tuyo? — preguntó.

— No tanto, solo estudiábamos en el mismo colegio pero había almorzado unas veces con él y era realmente bueno. Yo quería ser su amigo hasta que... sucedió lo que sucedió — respondió Kai, limpiándose las lágrimas que amenazaban con salir. — Lo que quiero decir, es que no insistas con esto del jinete de dragones, Gyu. Los dragones son monstruos de mierda y jamás podrán ser domados ni domesticados.  Ni tampoco se lo menciones a alguien más, ¿vale? Al chico de la historia que te acabo de contar lo acosaban mucho por pensar esto de los dragones. No quiero que te hagan lo mismo.

— Vale, está bien...

— No, hablo en serio. Promete que el jinete muere aquí y hoy, con nosotros.

— Lo prometo — obviamente Beomgyu iba a romper su promesa. No iba a descansar hasta encontrar al jinete de dragones y al furia nocturna para así probarle a Kai que no estaba loco.

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a dragon's magic - taegyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora