VI

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- ¡Ten, bebe esto!

Obedecí a Meg y bebí el tequila barato de un solo trago sacudiendo la cabeza al final.

No soy una gran bebedora, ella lo sabe, pero nuestras fiestas juntas son un infaltable que amaré toda mi vida.

Es de aquellos momentos que espero recordar toda mi vida.

Incluso aún más después del golpe de no ver a Lance en casi dos meses.

- Ok, detras de ti, hay un tipo guapísimo que no ha dejado de mirarte.

Me giré, sintiendo a la par un golpe bastante violento en mi abdomen, Meg tiene fuerza y el tipo es lindo.

Pero...

- No está mal - sonreí, rodeandole el cuello con mis brazos - parece un universitario.

- Es una fiesta de fraternidad, duh.

Solté una carcajada y casi suelto un "me van mas los canadienses" mientras veo al tipo acercarse a nosotras.

Meg me aprieta la cadera levemente saludando a quien sea esté en medio de la multitud y me deja sola frente al sujeto.

- Creo que estas sola.

Ja.

- Soy Vera.

- Eres esa chica de los blogs, ¿no es así?

Asentí, la chica que habia pasado del millón hace unos dos meses.

- ¿Bailas?

Tomé su mano y me dejé guiar entre la multitud disfrutando del ambiente.

Sus manos acariciaron mis caderas, su cercanía me relajó por completo y por un segundo, me dejé engañar.

Por Lance.

Sus manos en mi cuerpo, de sus labios rozando mi piel. Su cuerpo pegado al mio.

Mi reloj recibió una notificación y abrí los ojos, seguía en la fiesta, con un desconocido.

No es Lance.

El mensaje era de Meg, preguntanso si estaría bien si se iba con su novio.

Solo le di un corazón y me aparté del chico escuchándolo gruñir que era una perra antes de desaparecer molesto con una erección.

No soy responsable de la anatomia de nadie.

Así que salgo de la fiesta caminando las seis cuadras entre la fraternidas de chicas y el bloque de mi edificio.

Buscando aire.

Estoy en problemas.

Marqué el número, ella no es mi mejor opción, pero se que no va a juzgarme, alguien con tantos matrimonios fallidos no tiene derecho a hacerlo y ella lo sabe.

Contestó despues de cuatro tonos y me senté en la acera para llorar como una idiota a mi madre.

Alguna vez leí en internet que vamos a nuestra madre cuando el corazón duele.

Y ella es...

- ¿Estás en prisión por eso llamas a estas horas, Vera?

Dulce madre mia.

- No, creo que acabo de enamorarme sola de alguien que no conozco, o que no es real al menos.

Escucho como se levanta de la cama, enciende la luz y casi puedo verla colocarse la bata para sentarse en el sillón junto al ventanal que da al jardín.

- ¿Por qué no sería real si puedes explicarte?

- Porque no se nada mas que su nombre, solo se que es rico y viene a mi cuando le apetece, para desaparecer durante semanas. Y estuvo bien, durante meses, pero luego yo...

- Te enamoraste.

- Si - admití, porque repasar cada segundo juntos en mi cabeza antes de dormir, de camino al trabajo o mientras estudio no es solo gustarme - no lo he visto en un tiempo y no se que ocurre conmigo.

- Cógete a otro, no le contestes, si quiere algo de ti, que suelte todo o al menos una tarjeta negra, no seas tonta, Vera. Los hombres no son un lugar seguro.

No, no lo eran, yo debería de saberlo ya.

Pero estar en sus brazos era como poder ser yo, sin que importe absolutamente nada.

- Gracias por contestarme - dije por lo bajo y escuché un "te quiero" que sonó tan seco antes de que me corte que creí por un segundo que no lo dijo.

Disculpa, Te amo | Lance StrollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora