12. El verdadero origen

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Antes de continuar, McRowld soltó un largo suspiro.

—En las primeras semanas de investigación, me centré en los informes y estudios del ángel que me dieron. Quería saber si me estaban mintiendo, si era una farsa. Busqué contradicciones e incoherencias que pudieran tener los documentos, pero todos fueron sólidos y convincentes.

El teólogo se acercó a la pizarra digital.

—Sin embargo, por muy convincentes que fueran los estudios, ninguno de ellos respondía mi pregunta principal:    ¿Cómo saber si es un auténtico ángel?

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—Sin embargo, por muy convincentes que fueran los estudios, ninguno de ellos respondía mi pregunta principal:
    ¿Cómo saber si es un auténtico ángel?

Anotó la pregunta en la pizarra. En pocas palabras, los ángeles eran los mensajeros de Dios y protectores del hombre. No eran humanos ni semidioses. Se les explicaba como seres celestiales, cuya función era la de comunicar al hombre la voluntad del Gran Creador.

—Revisando diferentes versiones del libro sagrado del Hso'k, y enfocándome en los pasajes donde se hace mención de los ángeles, descubrí que en ninguna parte de las escrituras sagradas se describe o se explica cómo reconocer a un ángel. Solo se hace hincapié en que ellos tienen la capacidad de volar, pero sin decir cómo lo hacen.

Junto a la pizarra, James tenía colgada la copia de una pintura muy famosa, perteneciente al templo Hso'kista más importante del mundo.

En el óleo, se podían apreciar a hermosos seres alados con aureolas que se enfrentaban a muerte contra criaturas de caras grotescas con cuernos. Al tiempo que, en el centro de la batalla, ocho humanos rezaban a una persona sin sexo o edad definida que brillaba cual lucero:
    El Peregrino.

"Secundum bellum divinum", se podía leer en la esquina inferior izquierda. Aquello significaba: La segunda guerra divina.

—Las alas y las aureolas tampoco se mencionan en los escritos sagrados, —agregó el teólogo, a su grabación, mirando la pintura—. Esas se las inventaron los artistas que, a lo largo de los siglos, se han encargado de ilustrar al Hso'k.

James tomó una de las fotografías borrosas y la comparó con los seres alados de la pintura. No se parecían en nada.

—Y por si fuera poco, ni tiene alas ni puede volar. —luego, con tono burlón, agregó—: Pero tiene su aureola.

Ese era un dato importante: El ángel, que según estaba en el Laboratorio, no tenía alas ni podía volar de ninguna manera. Lo cual era raro. Pues incluso en la cosmología de otras religiones, cuando se hablaba de los portavoces de los dioses, se decía que dichos mensajeros podían volar.

—Por lo tanto, si no puede volar, no es un mensajero divino y, si no es un mensajero del o los dioses, no es un ángel.

Fue entonces cuando James recordó las palabras sarcásticas de Zaffaroni: "Éste es el mundo real, doctor, no uno de esos cuentos religiosos de los que tanto se queja".

«¿Eso significa que sí podría ser un ángel?». Se llevó las manos a la cabeza, soltó un quejido de frustración. «Nada de esto tiene sentido, la tarea que me encargaron no es lógica». Con actitud derrotista, el teólogo comenzó a guardar en cajas las carpetas de su investigación.

Su trabajo no parecía llevar a ningún lado. Ni la investigación del ángel ni la referente al símbolo oculto en el logotipo de la empresa.

Pues, el ideograma, que representaba el Pacto del Fruto Prohibido, era también un completo misterio.

Lo único que James había logrado descubrir era que, en los oscuros días de la Era Feudal, el símbolo se utilizaba durante rituales blasfemos cuyo objetivo era desafiar a Dios. Por esa razón, el culto religioso del Hso'kismo negaba cualquier conexión con el símbolo, a pesar de que el ideograma estaba grabado en las columnas subterráneas de sus templos más antiguos e importantes.

 Por esa razón, el culto religioso del Hso'kismo negaba cualquier conexión con el símbolo, a pesar de que el ideograma estaba grabado en las columnas subterráneas de sus templos más antiguos e importantes

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—¡Maldita sea! —Furioso, lanzó varias carpetas contra la pizarra electrónica.

Ya le dolía la cabeza de tanto leer documentos que no lo llevaban a nada concreto. Bebió un poco de agua, comió algo dulce y, ya más tranquilo, regresó al estudio para recoger lo que había lanzado.

Al levantar las carpetas, algunas hojas se resbalaron. Al tomar las hojas, James notó que estas eran la transcripción de un interrogatorio.

 Al tomar las hojas, James notó que estas eran la transcripción de un interrogatorio

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SUB: El ángel no deja de mirarme. No mueve los labios, pero escucho su voz. La oigo dentro de mi cabeza... y... quiero que pare. Ya no quiero escucharlo.
MON: ¿Qué es lo que te dice?
SUB: No lo sé. Algo en mí me hace pensar que se está refiriendo a una promesa. Pero lo que escucho es un nombre. Y lo repite, y lo repite, y lo repite.
MON: ¿Qué nombre te está diciendo?
SUB: No quiero decirlo, me hace sentir miedo. Por favor, ya no quiero escucharlo. Quiero que pare...
MON: ¡Dinos el nombre!
SUB: Uato na'o ojaviv.
MON: ¿Qué significa? ¿Sabes lo que significa?
SUB: Uato na'o ojaviv, Uato na'o Ojaviv, UaTo na'O OjAviv, UAto Na'O OJAviV, UATO NA'O OJAVIV... ¡UATO, NA'O, OJAVIV!

La transcripción se detenía ahí. En la siguiente página había varias notas escritas por quien había realizado el interrogatorio. La primera de ellas decía lo siguiente:

"El testigo tuvo que ser sedado de inmediato. Se intentó interrogarlo al día siguiente, pero ya no despertó".

* * *

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