Juan Capitulo 1

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Era un día soleado y tranquilo cuando Juan, un hombre adulto y robusto, entró en la clínica para su chequeo anual. Entró con la frente alta y una sonrisa en su rostro, pero en su interior, una pequeña voz le recordaba su mayor temor: las inyecciones.

La enfermera, una mujer amable llamada Mariana, lo saludó con una sonrisa. "¡Hola Juan! ¿Cómo estás hoy?" preguntó, mientras preparaba su equipo médico.

"Bien, gracias," respondió Juan, tratando de ocultar su nerviosismo. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció cuando vio la jeringa en la bandeja.

Mariana notó su cambio de expresión y preguntó: "¿Todo está bien, Juan? Pareces un poco preocupado."

Juan se rió nerviosamente. "Es que... no soy muy fan de las inyecciones", admitió, rascándose la nuca.

Mariana sonrió comprensivamente. "Entiendo, muchas personas tienen miedo a las agujas. Pero te prometo que haré todo lo posible para que sea lo menos doloroso posible."

Juan asintió, pero aún así se veía aprensivo. Mariana, decidió entonces cambiar de tema para distraerlo. "¿Has hecho algún viaje reciente? ¿Algún lugar nuevo que hayas visitado?" preguntó, mientras preparaba la inyección.

Juan, agradecido por el cambio de tema, comenzó a hablar de su reciente viaje a la playa. Mientras hablaba, Mariana aprovechó para darle la inyección. Juan ni siquiera se dio cuenta hasta que Mariana le dijo: "¡Ya está hecho, Juan! ¡Ni siquiera te diste cuenta!"

Juan se quedó boquiabierto, luego rió aliviado. "¡No puedo creer que me distrajiste con esa pregunta! Gracias, Mariana."

Mariana sonrió. "De nada, Juan. Nos vemos en tu próximo chequeo."

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Unas semanas después, Juan comenzó a sentirse mal. Tenía fiebre, tos y un malestar general. Sabía que debía ir al hospital, pero el recuerdo de la inyección lo hacía dudar.

Una tarde, su papá, Don Carlos, lo llamó. "Hijo, ¿cómo estás? No he sabido de ti en días".

Juan, con la voz ronca, trató de sonar animado. "Estoy bien, papá. Sólo un poco cansado".

Don Carlos no se dejó engañar. "Juan, conozco esa voz. ¿Estás enfermo?"

Juan titubeó antes de responder. "No, papá. Sólo un poco de resfriado, nada serio."

Don Carlos frunció el ceño. "Juan, sabes que debes cuidarte. ¿Has ido al médico?"

Juan se mordió el labio. "No, papá. No es necesario. Estoy bien."

Don Carlos suspiró con frustración. "Juan, no puedes mentirme. Voy a ir a verte."

Cuando Don Carlos llegó a la casa de Juan, encontró a su hijo en cama, claramente enfermo. "¡Juan! ¿Por qué no me dijiste la verdad? Podrías estar muy enfermo."

Juan miró a su papá con ojos cansados. "Lo siento, papá. No quería preocuparte. Y... y tengo miedo de las inyecciones."

Don Carlos, aunque enojado, sintió pena por su hijo. "Juan, todos tenemos miedo a algo. Pero no puedes dejar que ese miedo te impida cuidarte. Ahora, vamos al hospital."

Juan se resistió, pero Don Carlos fue firme. "No voy a discutir contigo, Juan. Es por tu bien." Y con un tirón suave pero firme de la oreja, llevó a Juan al coche.

En el hospital, Juan fue atendido por Mariana, quien lo reconoció de inmediato. "Juan, no te cuidaste", le reprendió con una sonrisa amable.

Juan sonrió débilmente. "Lo sé, Mariana. Pero estoy aquí ahora, ¿verdad?"

Mariana asintió. "Eso es lo importante. Ahora, vamos a hacerte sentir mejor."

Continuara.....

Miedo a las InyeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora