El Dr.Martin

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Capitulo Único

El Dr. Martín, un médico dedicado que trabajaba en el hospital central, no se sentía bien. Tenía fiebre, tos y un dolor persistente en el pecho. Pero no quería que nadie se enterara, especialmente su mejor amigo y colega, el Dr. Luis. Sabía que si Luis se enteraba, insistiría en examinarlo y probablemente terminaría administrándole inyecciones, algo que el Dr. Martín temía.

Así que, durante varios días, el Dr. Martín hizo todo lo posible por evitar a Luis. Pero era difícil, ya que trabajaban juntos en el mismo hospital y Luis comenzó a notar que algo no estaba bien.

"Martín, ¿estás bien? Te ves pálido", dijo Luis un día, mirando a su amigo con preocupación.

El Dr. Martín se rió nerviosamente. "Estoy bien, Luis. Sólo un poco cansado, supongo."

Pero Luis no estaba convencido. "Martín, no puedes engañarme. Conozco esa tos. Deberías hacerte un chequeo."

El Dr. Martín se encogió de hombros. "Estoy bien, Luis. No necesito un chequeo."

Pero Luis no se dejó engañar. "Martín, eres un médico. Sabes que no debes ignorar tus síntomas."

A pesar de las protestas del Dr. Martín, Luis insistió en examinarlo. Y cuando descubrió que Martín tenía fiebre alta y una infección en el pecho, se enfadó.

"¡Martín! ¿Cómo pudiste ser tan irresponsable? ¡Estás enfermo y necesitas tratamiento!"

El Dr. Martín trató de disculparse. "Lo siento, Luis. No quería preocuparte. Y... y tengo miedo de las inyecciones."

Luis suspiró. "Lo entiendo, Martín. Pero eres un médico. Sabes que las inyecciones son necesarias a veces."

Antes de administrar la inyección, Luis agarró a Martín por la muñeca. "Martín, esto es por tu irresponsabilidad", dijo, antes de poner a Martín sobre sus rodillas.

Martín se sorprendió. "Luis, ¿qué estás haciendo?"

Luis no respondió, en su lugar, le dio a Martín cinco palmadas firmes en sus pompas. Martín se retorció y suplicó. "¡Luis, por favor! ¡Para!"

Pero Luis fue implacable. "Esto es por tu propio bien, Martín. No puedes seguir ignorando tu salud."

Cuando terminó con las palmadas, Luis bajó los pantalones y la ropa interior de Martín y preparó la jeringa. Martín comenzó a llorar, el miedo y la vergüenza se apoderaron de él.

"¡Luis, por favor! ¡No quiero la inyección! Te prometo que me cuidaré más", suplicó Martín.

Pero Luis no se dejó convencer. "Lo siento, Martín. Pero esto es necesario."

Y con esas palabras, Luis administró la inyección. Martín lloró a todo pulmón, pero Luis fue firme. Cuando terminó, ayudó a Martín a vestirse y le ofreció un pañuelo.

"Estoy orgulloso de ti, Martín. Sé que esto fue difícil para ti, pero hiciste lo correcto."

Y aunque Martín todavía estaba llorando, sabía que Luis tenía razón.

Martín se limpió las lágrimas que quedaban en sus mejillas con una mano, mientras que con la otra se sobaba las pompas donde Luis le había dado las palmadas y la inyección. Hizo un pequeño puchero, todavía sintiéndose un poco dolido y avergonzado.

Luis no pudo evitar sonreír al ver el puchero de Martín. "No hagas esa cara, Martín. Sabes que esto es por tu bien."

Martín asintió, aunque todavía estaba un poco molesto. "Lo sé, Luis. Pero eso no significa que me guste."

Miedo a las InyeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora