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Amerie

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Tener que lidiar con lo incorrecto, cuando toda tu vida te han enseñado a ser la hija perfecta, ciertamente es lo más repugnante y fastidioso que me ha tocado hacer.

No es repugnante, por el hecho de haber estado con esos dos chicos esa noche, ni porque dejé que sus manos me tocaran o sus labios me hicieran de las suya. El simple hecho de saber lo que estaba haciendo y estar de acuerdo, ciertamente es la condenana de la repugnancia, atacando mi cerebro de oro.

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Hay momentos en donde el ser humano pierde la cabeza por completo, se siente valiente y tiene esa habilidad de llenar su cuerpo y mente de energía, haciéndose creer que todo puede lograr aún así parezca imposible, pero... ¿Qué sucede con esos que confunden la energía, con la ansiedad de salir de su zona de confort?

Nada es fácil, nos educan para enfrentarlo y de paso ni siquiera podemos quejarnos, porque aunque la maldita realidad duela como el infierno y tengamos que tolerar el ardor a fuego vivo quemando en la garganta, ya no somos unos niños. No tenemos derecho a nada, no tenemos derecho a sentir una emoción alguna.

— Buenas tardes, tengo una cita con los señores Kaulitz. —
Un hombre muy elegante, anciano y sin cabello, me miraba desde la puerta y escuchaba con atención lo ya antes mencionado. Al principio se veía un poco inseguro, pero al verme con más atención, puede que haya recordado alguna instrucción que le dieron sus jefes.

— Oh.. abogada Amerie, pase por aquí por favor.—

Un enorme jardín, una mansión hasta el triple de grande que mi casa y muchos autos lujosos estacionados como si fuera una exhibición. El dinero para ellos no es ningún problema y esa es la mejor parte.

𝐒𝐓𝐈𝐗𝐇𝐖𝐎𝐑𝐓𝐄 | 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 𝐓𝐰𝐢𝐧𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora