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Estrella se fue a pasear por los estantes repletos de discos de vinilo, y libros sobre música, mientras de fondo sonaba alguna canción suave que le hacía recordar a los largos paseos por los parques.

Extrañaba mucho esos momentos, donde era ella y la música en los auriculares. Tampoco entendía porque los dejo de hacer, solo dejo de suceder, como muchas otras actividades. Se justificaba diciendo que eran los novecientos y tantos años de vida lo que le hacía desprenderse de una rutina con facilidad.

Y mientras seguía en sus pensamientos, a demás de la música de fondo, se oía una discusión. La de la dueña del local, e Hisirdoux tratando de justificar porque la dejo plantada hace unos meses.

También tenía muchas preguntas en tornó a él, y deseaba hacerlas de una vez. Solo que no tenía forma, algo pasaba cuando lo veía, que le hacía ser un poco más antipática, y le quitaba las palabras.

—¿Te sientes bien? —le pregunto Arabella.

La voz de su amiga la trajo otra vez al presente, y le dedicó una sonrisa de calma.

Era una pregunta extraña en ese momento, y de la cual no tenía una respuesta clara. No lo sabía con exactitud, ni tampoco recuerda cuando fue la última vez que respondió con sinceridad.

—Si, solo estoy en un momento de nostalgia —respondió con una sonrisa.

—Zoe es así, pero cuando la conoces mejor no es tan gruñona —dijo la rubia.

A punto de decir algo, una chica de cabello rosa, y más baja que cualquiera allí, le hablo.

—¿Estás loca? —pregunto al borde de la histeria.

Estrella la vio confundida, y no supo que decirle al respecto.

—¿Me dices a mi? —pregunto.

—¿Hay alguna otra hechicera con la magia así desordenada? —pregunto.

Vieron a Arabella y esta salió de la escena casi de inmediato. Ella podía ser parte de la respuesta, pero estaba claro que Zoe le hablaba a Estrella.

—¿Tu que sabes? —pregunto Estrella.

A punto de ponerse a la defensiva, dejo de lado la barrera que impedía que cualquiera hablara sobre su magia. Se conocía hasta el punto de saber que le podía hacer mal, y que tanto podía usar un hechizo antes que todo se le fuera de control. Media sus energías, y hacia todo lo posible para que estas estuvieran siempre estables.

—Bueno, puedo reconocer cuando alguien tiene la magia descentralizada —contesto—, quizás unos cristales te puedan ayudar, al menos por el momento.

Estrella sonrió con algo de pena, y le mostro una cadena sin nada que colgara de esta.

—Hace un tiempo lo deje de usar, ¿Tendrás alguno? Me sería de mucha ayuda.

Liara y Olivia estaban sorprendidas con lo que veían. La más joven solo escuchó algunos cuentos sobre el Mercadotroll Piedracorazon. Sabía sobre los colores que allí habían, la gran cantidad de piedras, y sobre todo, de seres que se resguardaban del sol bajo los pies humanos.

—Mamá me dijo que una vez estuvo aquí, y que me traería, pero paso, no se, como cien años de eso —conto Liara.

Paso al lado de los más jóvenes hasta quedar con Jim, y bajaron juntos por la gran escalera de cristal. No podía dejar de ver a su alrededor, porque todas las piedras, hasta la más pequeña tenía su propio brillo.

Hechicera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora